Dignidad con reparos

'Golpe de efecto' es un producto digno, pero el menos relevante en el que ha trabajado Clint Eastwood

Fotograma de la película 'Golpe de efecto'

Fotograma de la película 'Golpe de efecto' / Warner Bros

Antonio Dopazo

Es un producto digno, pero sin duda el menos relevante en el que se ha visto involucrado Clint Eastwood, aunque en esta ocasión solo como actor, en los últimos años. No vivía una experiencia como ésta, actuando a las órdenes de otro realizador, desde que en 1993 hizo 'En la línea de fuego'. Dirigiéndose a sí mismo, eso sí, lo vimos en 2008 en la espléndida 'Gran Torino'. Precisamente de esta cinta el personaje que incorpora asume muchas cosas, especialmente su condición de tipo huraño y solitario que aquí, sin embargo, sigue en activo, desarrollando sus últimas funciones profesionales como ojeador de jugadores prometedores para la liga de beisbol. Su interpretación, muy adaptada a su propio espíritu, aporta las mejores cosas de una cinta cuyo mayor defecto estriba en observar los problemas familiares desde perspectivas muy socorridas. Tanto el guión del novato Randy Brown como la realización de Robert Lorenz, habitual productor de Eastwood y muy estrecho colaborador suyo, retoman ingredientes de títulos clásicos que están en la memoria de todos.

Por eso cuando la trama deja de lado al protagonista y se vuelca en los restantes personajes pierde bastante intensidad. El Gus Lobel que interpreta Eastwood está tan cortado a su medida que no extraña que fuese retocado en origen por el propio cineasta para que respondiese por completo a sus principios. A pesar de su edad continúa al pie del cañón y lo hace valiéndose de su intuición y sus conocimientos, rehuyendo por completo los adelantos de la informática, como hacen todos sus colegas y, sobre todo, las nuevas generaciones de expertos en la materia. Sabe que puede estar en su última temporada y no consiente que novatos que lo tiene todo hecho le den lección alguna. Con este panorama ante sí, otro factor de peso va a influir decisivamente en su vida, la presencia de su hija Mickey, una abogada con notable futuro laboral con la que ha mantenido una relación muy fría siempre. Aunque ahora las cosas parece que se enfocan con más sentimiento y cariño, es obvio que sigue pesando un pasado marcado por la distancia, por las mentiras y, especialmente por el abandono de sus deberes de padre y la cobardía.

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