Muestra con una notoria precisión tanto los niveles de la corrupción que se ha instalado en las nuevas esferas del poder rumano como las terribles consecuencias de la sobreprotección de una madre con un hijo que ha permanecido siempre a su sombra y no ha podido desarrollar su personalidad. Es una de las más destacas películas rumanas realizadas desde que el país se liberó de la dictadura de Ceaucescu, junto a 4 semanas, tres meses y 2 días, y recibió con toda justicia el Oso de Oro y el Premio FIPRESCI de la Crítica Internacional en el Festival de Berlín de 2013.

Con una firmeza que es uno de sus principales baluartes y con la soberbia interpretación de la protagonista, una Luminita Gheorghiou que es una de las míticas estrellas del cine de Rumanía, la película corrobora de forma inequívoca las cualidades del director Calin Peter Netzer, que dirige su tercer y mejor largometraje. La cinta se perfila en sus primeros minutos como una minuciosa y jugosa descripción de los nuevos ricos rumanos, dirigiendo su objetivo en concreto a la figura de Cornelia, una mujer de 60 años representante de la clase media acomodada que se ha abierto camino en los entresijos de una administración claramente permeable a las corruptelas.

Una circunstancia que conoce a fondo su hijo Barbu, que sigue sufriendo a sus 34 años, a pesar de ser consciente del tema y que se ha ido de casa para vivir en un apartamento con su novia, los excesos de una protección exagerada que ha arruinado buena parte de su autonomía personal. Es más ni siquiera esa huida ha contribuido a que ella abdique de su control enfermizo sobre él. Este factor se pone a prueba con toda intensidad cuando Barbu atropella con su automóvil, en una maniobra de adelantamiento, a un niño que cruzaba la calle y al que causa la muerte.

Apenas Cornelia ha recibido la noticia de su hermana, despliega todo su poder y su autoritarismo para conseguir, mediante el soborno, que su hijo no sólo no vaya a la cárcel sino que consiga todas las ventajas de su privilegiado estatus. Es entonces cuando él experimenta con mayor crudeza las consecuencias de un supuesto amor materno convertido en una degradación ególatra.