El vino: Louro 2012

Del Louro do Bolo nacen Bolo y este Louro 2012, fruto de la uva godello aupada en un escalón de treixadura

Descubriendo los mejores vinos.

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Cada cepa debería tener su propia botella de vino, para que cada racimo hijo de la misma vid se elaborase por separado y pudiera mostrarse tan puro como singular. Lo más cercano a esta filosofía es el respeto parcelario que prima en la viticultura alemana. Un paseo a orillas del Rin puede dar a un enamorado del vino ánimos para alcanzar ese objetivo: el mineral del terruño hecho caldo, las brisas que peinan el viñedo perfumando el vino, ver cómo el lado hacia el que miran las cepas lo cambia todo, el carácter de la añada... el terroir.

Así, de la mano del enólogo Rafa Palacios, amparado por la DO Valdeorras nace el maravilloso y privilegiado O Soro, que merece una reseña exclusiva y se desmarca del refinado As Sortes. Igualmente, del Louro do Bolo nacen Bolo y este Louro 2012, fruto de la uva godello aupada en un escalón de treixadura, de nariz intensa donde la mantequilla se alía con los albaricoques, donde parece notarse un viento marino cargado de especias e imágenes de canastos de frutas desfilando en un bosque tropical.

Pero lo mejor está por llegar: al degustarlo, las papilas responsables de la salinidad se despiertan alborotadas, joviales y desconcertadas; su sabor se hace eterno, los sentidos quedan inmersos en sus aromas, y el castillo de destellos en la lengua no cesa, continúa agitando, divirtiendo, sorprendiendo, alcanzando un nuevo techo de percepción, haciendo que la grasa, la frescura y un ligero amargor pasen a un inmerecido segundo plano que por sí solo ya es protagonista. Cada cepa, un nombre. Cada fantasía, una realidad.

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