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Un estudio alerta de los suplementos nutricionales

Siete de cada diez españoles los consumen, a pesar de que se trata de productos que siempre deberían estar prescritos por un profesional sanitario

Siete de cada diez españoles consumen algún tipo de suplemento, productos que pueden ser ineficaces e, incluso, dañinos para la salud si se autoprescriben

Perder peso, mejorar el estado anímico, fortalecer la musculatura, ingerir más vitaminas y aumentar el rendimiento académico son algunos de los reclamos con los que se venden los suplementos nutricionales, al alcance de la mano de cualquiera en farmacias, herbolarios y supermercados. Siete de cada diez españoles los compran, una cifra que sitúa a España como el tercer país del mundo más consumidor después de EEUU y Dinamarca. Así lo afirma un estudio de la Fundación Mapfre y la Academia Española de Nutrición y Dietética en el que se alerta sobre el mal uso de estos complementos, que siempre tendrían que ser prescritos por un profesional sanitario y nunca se deberían autoconsumir. En muchísimos casos no hay evidencia científica de su eficacia. Y en ocasiones, hasta pueden resultar dañinos para la salud. El problema no reside en el producto -su venta está autorizada- sino en su mal uso.

Realizado con una encuesta a 2.600 españoles, el estudio demuestra que los productos a base de plantas (ajo, alcachofa…) y los suplementos para usos médicos especiales son los más consumidos, por delante de los específicos para adelgazar. Cuatro de cada diez consumidores compran complejos vitamínicos mientras que dos de cada diez apuestan por preparados con omega 3, el mismo porcentaje que toma suplementos específicos para deportistas. Los encuestados alegan que el motivo fundamental que les lleva a adquiridos es “mejorar la salud”.

El problema es que “muchos productos se compran sin que haya un motivo médico que lo justifique”, advierte Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética. “La gente piensa que son productos seguros. Pero no tenemos informes suficientes. Hay nula o poca información al respecto. Así que lo primero que debemos demandar es que haya más estudios científicos”, continúa.

Los que funcionan y los que no

La evidencia científica demuestra que hay productos con eficacia probada. Es el caso del ácido fólico (fundamental durante el embarazo), la cafeína, la vitamina D, el calcio y el hierro. “Se trata de principios activos que funcionan desde el punto de vista de la salud pero que siempre deberían estar prescritos por un médico o un dietista-nutricionista”, advierte el especialista. 

Un segundo grupo son los que tienen una eficacia dudosa porque no hay literatura científica suficiente para asegurar sus beneficios. Es el caso de los probióticos, los compuestos ricos en omega 3 y los que tienen extractos de plantas. “No existen pruebas claras de su efectividad”, alerta Russolillo.

Un tercer grupo -el más peligroso- son los complejos vitamínicos, que si se administran mal pueden llegar a tener efectos nocivos en la salud. Desde problemas gastrointestinales hasta taquicardias leves o transitorias y toxicidad hepática.

¿Cuál debería ser la postura del consumidor? “Primero, la prudencia. Y después, desconfiar de todo. Lo que hay que hacer es consultar con un profesional, ya sea un dietista-nutricionista o un médico”, explica el máximo responsable de la Academia de Nutrición y Dietética, institución que está luchando para que la figura de este tipo de especialista entre, por fin, en la atención primaria (de momento, solo está en la hospitalaria).

Rusolillo añade que, más allá de las pastillas, gozar de una buena salud pasa por llevar una dieta saludable y un estilo de vida acorde. “La alimentación sí que tiene consecuencias positivas en la salud. Los betacarotenos que encuentras en un melocotón o una naranja no los vas a encontrar en una cápsula”.

Óscar Picazo, experto en Nutrición del área de promoción de la salud de Fundación Mapfre, insiste en los riesgos que implica el autoconsumo de determinados productos y añade que, ante cualquier duda relacionada con la salud, la mejor opción es acudir a un profesional para realizar una analítica. “En función de esos análisis, el médico o el dietista puede prescribir determinados productos, pero siempre bajo vigilancia especializada”.

Dada la facilidad con la que los suplementos nutricionales pueden ser adquiridos tanto en supermercados como en herbolarios y farmacias, el informe de Mapfre pide “incrementar los niveles de alfabetización alimentaria y sanitaria para que los ciudadanos puedan tomar decisiones informadas”. El estudio también exige una armonización de la regulación europea para que los productos alimenticios -sobre todo, los que están elaborados a partir de extractos de plantas- no se salten ninguna normativa sobre la declaración de propiedades saludables.

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