Los muchos kilómetros de costa que dibujan España parecen haber restado protagonismo a los lagos que alberga la Península, pero algunos de ellos constituyen sistemas únicos, tanto por su riqueza de flora y fauna como porque embellecen paisajes excepcionales. Los ocho que aparecen en este listado están entre los más interesantes para hacer turismo.

Sant Maurici

El parque nacional de Aigüestortes tiene su epicentro en el lago de Sant Maurici, hacia el que se inclinan tanto las alturas de los Encantats como las agujas de roca de Amitges. Como tantos otros, se vio afectado durante la posguerra civil por la imponente obra que conectó muchos estanques para crear electricidad: de ahí la presa que hay en la parte baja y que acrecienta su volumen. Alrededor, cumbres de granito y pizarra esconden otros lagos tan bellos como el Negre o el Redó, el único que no fue represado.

Banyoles

Se formó durante el periodo cuaternario y desde entonces el agua ha ido disolviendo la roca caliza hasta formar el conjunto cárstico más extenso de la Península en un ecosistema único con una superficie de 111,7 hm². En él se bañaban desnudas las hadas que vivían en el vecino paraje de Les Estunes, formado por un sinfín de grietas y cuevas. Además, también lo habitaba un monstruo, como el del lago Ness, al parecer inofensivo. Cuentos aparte, en el estanque intermitente de Espolla -que comunica con Banyoles-, vive el triops, un crustáceo prehistórico.

Lagos de Covadonga

Los lagos Enol y Ercina se acercan a la vera del camino para saludar a los excursionistas que llegan en transporte público hasta el punto de partida de muchos senderos que recorren los Picos de Europa. Una de las mejores caminatas para tomarles el pulso es la que trepa hasta el circo de Vegarredonda y se inicia, justamente, bordeando el perímetro de los lagos por uno de sus lados. Un mirador permite apreciar desde lo alto estos espejos de origen glacial donde termina una famosa etapa de la Vuelta a España de ciclismo.

Lagunas de Ruidera

En el límite entre las provincias de Ciudad Real y Albacete, las quince lagunas de Ruidera se forman a partir de la filtración subterránea del agua de lluvia y a su vez acaban siendo el origen del río Guadiana. El valle está rodeado por taludes de roca y laderas donde crecen las encinas, las sabinas y los pinos. Más cerca de la orilla, álamos y chopos cambian las hojas a lo largo de las estaciones, creando reflejos multicolores junto a playas muy abundantes que invitan al baño. Se accede desde Ruidera o bien desde Ossa de Montiel.

Batisielles y Escarpinosa

Los ibones son lagos de origen glacial que esperan junto a las cimas más altas, agazapados para sorprender a quien se atreva a ir en su búsqueda. Esto sucede a menudo en el parque natural de Posets-Maladeta, donde sólo hay 95. De entre los más bellos destacan los de Batisielles y Escarpinosa, en lo alto del valle de Estós. Alcanzarlos implica superar un fuerte desnivel en la última parte del recorrido, pero sumergirse en sus aguas congeladas es la mejor recompensa.

Laguna Negra

Paredes de granito y espesos pinares rodean la laguna Negra y le roban la luz, por lo que sus aguas se tornan oscuras y misteriosas. Las leyendas sobre este paraje soriano son abundantes; entre ellas hay una que afirma que no tiene fondo. Por otro lado, el entorno inspiró el ominoso poema narrativo de Antonio Machado La tierra de Alvargonzález, en el que dos hijos desagradecidos asesinan a su padre y lo hunden en el lago. A pesar de estas historias, el conjunto es muy especial, y no hay nada como dar un paseo hasta la atalaya del Portillo de la Cascada para apreciarlo.

Sanabria

En la provincia de Zamora se encuentra el lago natural más grande de España. Sus dimensiones, así como las muchas playas de piedra que hay en él, lo convierten en un destino ideal para quienes practican la pesca, el windsurf o la vela ligera, que se pueden combinar con las rutas senderistas y para `mountain bike´ de los alrededores. Además, un catamarán movido por energía eólica y solar permite navegar por él observando con una cámara submarina el fondo, situado a 53 metros de profundidad.

Las tablas de Daimel

Técnicamente se trata de un lago endorreico, es decir, formado por el encharcamiento de las aguas del Guadiana en un momento en que se despistan y no encuentran la salida al mar al pasar por Ciudad Real. Por tanto, hay momentos del año en que presenta más un aspecto de marisma que de otra cosa. Sin embargo, tres itinerarios que recorren los márgenes de las lagunas o a veces las cruzan por encima con pasarelas de madera componen un paisaje de fauna y flora acuática insuperable.