De los Cabos a Ifac: Xàbia y Calp como espejos

Pero las apariencias, como se suele decir, engañan. Ambas poblaciones, en torno a los 30.000 habitantes censados, poseen construcciones naturales (perdón por el oxímoron) de gran lustre. Xàbia, los Cabos; Calp, Ifac, la fortaleza de Roger de Llúria. Cuando los chalets ya habían logrado escalar las faldas del Peñón, hubo que recurrir al Photoshop para limpiar el tótem y dejarlo presentable para los folletos turísticos: las cruces procesionales no deben llevar pegatinas.

Xàbia era más grande desde el principio y mucho más poblada antes del turismo. Conoció cierta prosperidad al irrigar con agua avara antiguos pedregales, una riqueza tranquila que combina bien con la humildad evangélica. Por el contrario, Calp hubo de esperar a la jugosa invasión de los bikinis y las sombrillas. Hasta entonces, y salvo Dénia, pequeña potencia naval diestra en el comercio y la diplomacia, los pueblos de la Marina eran levíticos: propiedad de la casta sacerdotal y del hijodalgo que, de vez en cuando, se acercaba a sus secanos a ver si se podía llevar un costal de almendras o un poco de aceite para llenar la alcuza.

Cuando Xàbia y Calp crecieron seis o siete tallas, tuvieron que reinventarse y sus caminos se bifurcaron: Xàbia eligió la tradición; Calp, la modernidad. Y en esa tarea de representarse, Calp fue más proteica, descarada, fecunda y corsaria: tenía más necesidad. Mosaicos con pescadores musculosos en la mejor tradición nacionalsindicalista, casitas de caramelo pintadas de verde mentolado, volúmenes aparentes, caligrafías mironianas y perspectivas engañosas. Trampantojos. La Dama d´Elx asomada a una ventana y varias creaciones de Ricardo Bofill, un neoclásico de taller fallero. Algunos edificios, encantadores de por sí, han sufrido ataques masivos de decorativismo. Hay una escalinata rojigualda que no aclara por dónde saldrá el toro. Calp posee un parque pujante de grandes y estupendos hoteles, y algunos opinarán que está saturada de edificaciones. La verdad es que tiene la tercera parte de suelo que Xàbia para esconderlas.

Xàbia se ve a sí misma antigua y prestigiosa, gótica. Lo es su potente iglesia fortaleza, pero su magnífico mercado municipal sólo lo parece: es más moderno. Dinteles y jambas de piedra, ventanas lobuladas, todo el muestrario de prestigio que embellece el casco antiguo puede ser verdadero o recuperado, reinstalado, cierto o supuesto, pero la vocación es clara. También en las calas: recogimiento y exclusividad (relativa).

Viniendo desde Dénia por Les Rotes, uno tropieza sin querer con su colosal Calvari y con el Convent de Mínims, tal y como puede verse en la imagen superior, vestigios de un tiempo en que destripar terrones y confiar en Dios era casi la única ocupación cristiana. Esa Xàbia aún vive en los delicados y bellos regadíos arrimados al Montgó. Siempre nos quedará la agricultura.

Comer

Restaurantes

Bon amb

Xàbia. Nombre que procede de la contracción de Bon y Ambient. Restaurante innovador en la carretera a Poble Nou. Sabor, conocimiento, marinería y buen pulso para las especias. Hay que ir. 50/70 euros por cabeza.

Teléfono 965 084 440.

Dormir

Hoteles y paradores

Terra de mar

Calp. Un hermoso hotelito en pleno centro histórico de la localidad. Ambiente de sosiego entre étnico y orientalista. Alta calidad. Cerca del parque natural del Peñón de Ifach. 50/60 euros, la doble.

Teléfono 629 665 124.