Los árboles son siempre testigos mudos del paso del tiempo. En la subcomarca del Camp de Morvedre , la Vall de Segó, conocida también como ‘les Valls,‘ hay algunos muy singulares que son auténtica historia viva de este lugar, como un olmo negro (Ulmus minor), que es de los pocos arboles centenarios que han sobrevivido a la letal plaga de la grafiosis, o una garrofera tricentenaria; todo un legado natural cuya protección reivindican con urgencia varios especialistas de la zona que han creado un catálogo de arboles para su protección y alertan de que, en apenas dos años, solo quedan 7 de los 12 ejemplares históricos que contabilizaron en este catálogo en 2016.

«Las decisiones de algunas administraciones locales con contratación de personal poco cualificado han provocado talas indiscriminadas. El desconocimiento y la infravaloración del patrimonio natural motivan estas actuaciones», apuntan José Carlos Bellver, técnico superior en medioambiente y Mario Ribelles, especialista en arboricultura. «Ahora mismo se ha podado un Platanus hispanica, con 200 años de historia sin ningún criterio profesional; el más longevo de la subcomarca y anejo a la sèquia de la Font de Quart. La poda ha dañado considerablemente la copa; lo han talado deformándolo hasta el punto de ponerlo en peligro», dicen.

Ellos tienen claro que estos árboles tan longevos son testimonio de una historia «que no se puede contar al turista sin su presencia». Y así ocurre, por ejemplo, con l’om negre del Molí de l’Arab. Situado junto a este vestigio hidráulico en ruinas de Benavites, este olmo no es solo un superviviente excepcional a la grafiosis; nació en esa época en la que cada molino contaba con un ejemplar de este tipo. Sin embargo, ahora, en toda la zona, solo persiste en ese enclave; «y si no se protege, está en peligro de desaparecer», agregan.

La garrofera (Ceratonia siliqua) bicentenaria de la Font de Quart y otras de gran porte situadas en el barranco colindante son más tesoros naturales que «urge preservar», a su juicio. De igual modo está el ‘lledoner’ centenario del Molí de Canya de Faura, mientras la arboleda de moreras, chopos y olmos del Mansegar de Quartell y L’Assagador de Benavites o la única Morus nigra del barranco de la Font, son enclaves a preservar y repoblar. Hace poco, el consistorio Quart de les Valls ha aprobado el catálogo de arboles de interés local. Pero los dos especialistas alertan de que hay que ir más allá.