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Alaquàs: El poema en la piedra

Tras su adquisición por el ayuntamiento en 2003 y su rehabilitación integral en 2007, el Castell de Alaquàs es uno de los edificios civiles más importantes de España de la etapa del Renacimiento.

Castell d'Alaquàs

Apunto de cumplirse un aniversario más de su declaración como monumento nacional (fue el 21 de abril de 1918), el Castell de Alaquàs es uno de los inmuebles más valiosos y también más desconocidos del patrimonio valenciano. Construido por orden de Jaume Garcia d’Aguilar a principios del siglo XVI desde una concepción avanzada renacentista, donde cada detalle estaba planificado de forma matemática, como quedó patente en los estudios de su plan director, este palacio de l’Horta Sud es un excelente destino para una ruta que integre el ambiente metropolitano de la población con el patrimonio.

Al acceder a este impresionante edificio, ya hay dos elementos valiosos en el propio recibidor: el gran arco escarzano y el cabalgador (uno de los pocos que se conserva). Su claustro, de estilo gótico en una primera apariencia, es el espacio más utilizado en la población para las actividades culturales y de todo tipo. En su galería se observa la técnica del ‘tapial valencià’ con el que el monumento fue construido.

| M.A.MONTESINOS

Desde el recibidor, que vigilan los ‘gegants’ Sotil y Carmesina, se accede a la «Sala la Torre», utilizada como vivienda por la antigua propiedad y que está alterada respecto al original. Suele albergar exposiciones. Y en el claustro hay otra escalera, construida en 2007, en el emplazamiento original, para acceder a las plantas nobles. En el entresuelo no se ha de pasar por alto la llamada «Sala Cremona», un bello recinto que pudo quedar inacabado en el siglo XVI, sobre otra gran casa, propiedad de la familia Vilaragut, antigua dueña del señorío.

Las salas nobles (dependencias donde se celebraban los grandes banquetes y donde estaban las habitaciones de los García de Aguilar y posteriormente Pardo de la Casta) albergan los dos elementos de mayor valor del palacio. Por una parte, están los trabajados artesonados, salidos en el siglo XVI del taller de Gregori, de acuerdo con uno de los trabajos publicados en «Quaderns d’Investigació d’Alaquàs». El más espectacular es el de los octógonos, situado en la sala de mayores dimensiones, aunque también los hay con forma exagonal, romboidal y cuadrada.

El Castell, en su inión con la iglesia de la Asunción. | M.A.MONTESINOS

Junto a ellos están las azulejerías que cubren los suelos, con losetas que formas composiciones modernas para la época y que, en ocasiones, tienen una vinculación estética con los techos. Los trabajos arqueológicos realizados en el monumento entre 2005 y 2007 apuntaron a que pudieron fabricarse en Alaquàs, al haber hallado restos y piezas. Los pavimentos cerámicos junto con los artesonados constituyen un «unicum» como estableció el experto Jaume Coll, en un informe el director del Museo Nacional de Cerámica González Martí.

Artesonado de la sala de los octógonos, la principal dependencia noble.

Otros llamativos elementos son los grafitis de algunas paredes. Las prospecciones murarias, durante la rehabilitación, sacaron a la luz decenas de ellos, de los que el consistorio ha ido restaurando y descubriendo algunos por su valor artístico (dibujos de embarcaciones de la época) o su contenido cultural, literario y humanista, en consonancia con los círculos intelectuales en los que se movía la familia propietaria. El Castell es, en ese sentido, como un «poema de piedra», terminología que le atribuyó hace años el investigador Rafael Roca.

También sorprende al recorrer la galería del sobreclaustro un pavimento moderno de colorines. Uno de los motivos para que el consistorio iniciara la expropiación en 2002, tras un proceso frustrado de negociaciones, fue el levantamiento del pavimento original de gran valor, para realizar una reforma, sin permiso de la Conselleria de Cultura. De ahí que el equipo responsable de la restauración tuvo que optar por una solución moderna.

alaquàs: el poema en la piedra

Otros de los pequeños tesoros del Castell son el mirador que conecta con la iglesia de la Asunción y permite admirar su esgrafiado barroco, la capilla de la última sala noble, con similar esgrafiado o la chimenea de la antigua cocina, de enormes dimensiones.

Desde fuera, merece la pena admirar las cuatro torres (una reconstruida en 2007 tras su demolición parcial en 1928). Y si la visita permite la subida a una de las torres, el paseo por la historia será completo.

Castell d'Alaquàs

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