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Llíria: el vergel del Parc de Sant Vicent

Este paraje de Llíria es esencial en lo terrenal y en lo espiritual: por un lado, es un ecosistema de flora y fauna único y, por otro, es el lugar donde Sant Vicent obró el milagro del agua.

Bosque de pinos y merendero donde pasar el día. A la izquierda, ánades reales junto al agua. | F. CALABUIG

El agua, elemento primigenio de la creación de la Tierra y en la composición del ser humano, es también el eje vertebrador de este parque escondido en el Camp de Túria. Antes fue como un oasis en mitad de los campos destinados a la agricultura; hoy es un espacio de recreación para la comarca donde pasar el día en mitad de la naturaleza y rodeado de agua, tan necesaria en esta comarca para el regadío que la caracteriza. Al ser un epicentro natural del medio ambiente, allí confluye la fauna pero también la flora: hasta cuatro ecosistemas diferentes se pueden encontrar en este entorno. El humedal, el monte mediterráneo, los cultivos de secano y la chopera son los cuatro ambientes que se encuentran en el paraje, lo que le convierte en un ecotono de gran diversidad.

Vista general del lago del Parc de Sant Vicent de Lliria. José Manuel López

Por eso, además de flora, la fauna resulta otro privilegio para los visitantes ya que fácilmente se pueden ver los ánades reales (patos) junto al agua y flotando sobre ella, así como las ardillas, tan acostumbradas a la presencia de seres humanos que apenas se asustan. Además, con algo de dificultad debido a que se esconden y camuflan entre árboles y matorrales, también pueden verse abubillas, gallinetas, picapinos, carboneros, lavanderas y palomas bravías. En las aguas cristalinas del estanque se pueden ver grandes carpas de todos los colores.

José Manuel López Patos

Todos ellos se encuentran a la sombra de grandes árboles como los olmos y los chopos en las zonas húmedas; lentiscos, romeros y palmitos de monte además del olivo y el algarrobo como cultivo de secano. De todos ellos, tres llaman especialmente la atención, el olmo, el pino y el ciprés, ya que están incluidos en el Catálogo Valenciano de Árboles Momumentales. Sin embargo, es uno el que se lleva todo el protagonismo: el olivo donde según cuenta la tradición Sant Vicent Ferrer obró su milagro en 1410.

Es la vertiente más espiritual del parque, ya que alberga la historia de cómo el dominico Fray Vicente Ferrer, conocido por los milagros que realizaba allá por donde iba, recibió las súplicas de los fieles edetanos para que les devolviera el agua a sus fuentes, ya ubicadas en este entorno, que se habían secado tras una larga sequía. Los jurados de la Villa lograron llevarle al paraje, pero el fraile decretó tres días de ayuno y una misa para orar por la vuelta del agua. Al cuarto día, Fray Vicente bendijo los manantiales pronunciando la oración que todavía se recita: «El agua de esta fuente crecerá y menguará, pero para beber nunca faltará». El agua comenzó a brotar y en su recuerdo se construyó una ermita en el 1500, que fue destruida varias veces. La última obra data de 1757, aunque remodelada en varias ocasiones.

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