En el corazón de la Sierra Calderona, en la localidad de Gilet (comarca de El Camp de Morvedre) está el Valle de Toliu, más conocido como el Valle de Sant Esperit , un enclave rodeado de leyendas, historia y paisajes que enamoran. Sobre esta imponente angostura se alza el Monasterio franciscano que lleva su nombre; un convento que María de Luna, esposa de Martín I de Aragón, dejó en herencia a los frailes del Sancti Spiritu en 1403 y que en la actualidad se erige como uno de los principales atractivos de la zona. Miles de personas visitan cada año este espacio de recogimiento lleno de cultura, espiritualidad y belleza, que esconde grandes tesoros, algunos de ellos al alcance de muy pocos. Una biblioteca de humanidades con un fondo de 80.000 libros y 34 incunables, piezas del escultor Mariano Benlliure, una colección de acuarelas inéditas de su hermano, José Benlliure, y un retablo con pinturas de Miguel Juan de Porta, discípulo de Juan de Juanes, son algunas de las joyas que se esconden tras los muros del monasterio, a las que se añaden obras de arte de Benlliure, Ribalta y Estruch.
La gran afluencia de visitantes al monasterio lo han consolidado como una alternativa dentro del turismo de interior. Su buenas comunicaciones por carretera, a tan solo 35 minutos de Valencia capital, la calidad del servicio de su hospedería y la belleza del enclave son solo algunos de sus atractivos. A esos se suman los platos que se degustan en el comedor de su hospedería. El maestro de los fogones es Fray Ángel Ramón Serrano, un franciscano al que se le ha bautizado como el Altamiras del s.XXI por preservar las recetas de este referente universal del siglo XVIII que le ha valido de un reconocimiento en un libro premiado en el Reino Unido.
Su cocina basada en recetas tradicionales con productos de proximidad y de temporada, algunos de cosecha propia, satisfacen a los paladares más exigentes y el fraile cuenta incluso con un canal de You Tube con 129.000 suscriptores.
Además del Monasterio, otra de las joyas de Sant Esperit es su área recreativa. Una zona de esparcimiento gestionada por la Generalitat Valenciana que cuenta con todos los servicios necesarios para pasar el día al aire libre en plena Sierra Calderona. Con capacidad para más de 500 personas, está dotada de aparcamiento, zona de juegos para los niños, mesas y bancos, paelleros, barbacoas y aseos. A pocos metros, hay una escuela de educación vial, que suele hacer las delicias de los más pequeños.
Dominado por pinares, matorrales y lleno de romero, aliaga, brezo o palmito, el lugar es una oda a la naturaleza que invita a caminar y a perderse entre ella, en busca de leyendas como la del Camí de la Creu donde reposa una piedra de gran tamaño que tiene esculpido un fraile «que aparece y desaparece». Según la tradición, el religioso se muestra cuando se le necesita, aunque que los expertos sostienen que se trata de un efecto óptico provocado por los rayos del sol. Las gentes del pueblo cuentan que se trata de un autorretrato de uno de los franciscanos del monasterio que convirtió aquel lugar en su rincón particular de rezo.
El valle de Sant Esperit también ofrece una importante oferta de rutas senderistas y ciclistas, como el ascenso a La Creu, el pico del Águila (457 metros) y el Xocainet (442 metros), un recorrido casi circular de menos de 11 kilómetros con vistas realmente espectaculares.
MÚLTIPLES ATRACTIVOS. Riqueza exterior e interior.
1 Pico de La Creu.
2 El claustro, con su reloj de sol, lleno de vegetación y una imagen de San Francisco.
3 Un ciclista pasa por la puerta.
4 Vista de la iglesia.
