Un impresionante algarrobo presidiendo la rotonda de entrada al pueblo recuerda la fama que tenían estos árboles en tan pacífico lugar ya en el siglo XV. Hoy todo su derredor es un tapiz verde de huertas sobre las que cercanos emergen los campanarios identificando los pueblos circundantes. Tradicionalmente incomunicada, sin transporte público hasta que llegó a la alcaldía Felipe Navarro Fuster, Vinalesa –Benalesa, Binalesa o Bilanesa, como se le sigue llamando en la comarca- , ha crecido a la manera de isla, lo que le ha conferido ser un tesoro preciado de tranquilidad y paz, para nada estresado ni desmesurado, conformado y configurado en sus justos términos. Quienes en los últimos años lo han descubierto han anclado sus vidas en el lugar levantando preciosas casas.

La acequia de Moncada a su paso por la fábrica. B.B.

Y más que algarrobo, el homenaje debiera ser a las Morera y a la Seda, que le dio el gran esplendor económico al pueblo, desde que el francés Josef Lapayere, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, estableció en 1770, bajo la protección del Rey Carlos III, en Vinalesa, pueblo donde todas las almas estaban dedicadas a la cría del gusano de seda y a hilar los capullos que producían, una fábrica de hilatura de seda aprovechando la fuerza motriz de la Real Acequia de Moncada, junto a la que levantó la fábrica, colocando en un salto de agua de la acequia una gran noria conectada que conectó a un torno, cuyo impulso llegó a mover hasta 20 caballos de fuerza.

Lugar donde pusieron el primer torno hidráulico para las hiladuras. B.B.

En Vinalesa comenzó la revolución industrial en el territorio valenciano al colocarse en su Real Fábrica de Seda las primeras máquinas, primero hidráulicas y luego de vapor en una industria. Y fue pionera en la aplicación del método Vaucanson para la hilatura y torcido de la seda, contribuyendo a la difusión en España de las ventajas del sistema francés respecto de los tornos tradicionales.

Entrada principal a la histórica fábrica deVinalesa.

En este tiempo surgió el estudio que hizo el que fuera vicario parroquial del vecino lugar de Foios, el Dr. Francisco Ortells y Gombau, premiado por la Real Sociedad de Amigos del País y publicado en 1783 titulado Disertación descriptiva de la hilaza dela seda según el antiguo modo de hilar y el nuevo llamado de Vocanson (sic) donde el clérigo intentó que los labradores descubrieran las ventajas de utilidad, que lleva el nuevo establecimiento de Torno para la más perfecta hilaza de la Seda. El informe lo firmaba el 15 de diciembre de 1780.

VINALESA EL MOTOR DE LA SEDA

Relación Iglesia-industria de la seda

Hay que tener en cuenta que el arzobispo de Valencia en esta época, Francisco Fabián y Fuero, se esforzó para que los párrocos ayudaran en todo lo que pudieren a los labradores que en sus casas se dedicaban a la producción de gusanos de seda y a hilarla seda conseguida de los capullos, estableciéndose una red de apoyos que consiguieron buenos resultados. Este hecho está a falta de una investigación más profunda, sobre todo en lo que compete a las reformas o construcciones de templos, casi todos ellos con parecidos campanarios, iniciativas que surgen en el esplendor de la producción de seda en el Reino de Valencia. Y para el caso de Valencia ciudad, el hecho de que los labradores sederos ayudaron económicamente en gran manera a la construcción de la Basílica de la Virgen. Si fue agradecimiento por la mejoría de las economías de los labradores o una especie de contribución o impuesto por los apoyos de todo tipo prestados. Téngase en cuenta que la Iglesia ha utilizado mucho la seda en sus ornamentos litúrgicos.

En 1821, la fábrica pasó a ser propiedad de Combe y Cía, que innovaron el método colocando una máquina de vapor para calentar el agua. Luego, en 1838, la industria vino a manos de la familia Trénor al adquirirla Tomás Trénor Keating, de origen irlandés, que aumentaron la potencia hasta 16 caballos de las máquinas y construyeron una alta chimenea -80 pies de elevación- en medio del patio central del complejo fabril. Esta nueva mejora consistió en establecer «en medio del hilador una caldera de vapor, para comunicar a las 80 que contenía el calórico necesario para esta operación, para lo que se perfeccionaron sus sedas extraordinariamente».

De la seda, al yute

La fábrica funcionó como tal hasta el declive de la industria y el comercio de la seda, a causa de las guerras y, sobre todo, de la pebrina, que infectó gusanos y moreras, acabando su importancia y extinguiéndose el negocio en la primera mitad del siglo pasado, cuando sucumbió ante la pujanza de la seda de Japón. La Real Fábrica de Seda de Vinalesa mucho antes, fue dedicada a Yutera para la fabricación de hilos y sacos de yute, también importante y rentable económicamente la aparición del plástico, que acabó con la industria del yute.

La familia Trénor con los beneficios obtenidos adquirió el castillo o alcázar de Vinalesa, «una de las mansiones feudales más capaz de nuestro reino», en palabras de Martínez Aloy, cuya propiedad les fue incautada por el Estado a los monjes de la cartuja de Valdechrist, sus propietarios por herencia desde 1641, cuando la desamortización, en que todo su patrimonio fue vendidos a los potentados y burgueses, haciéndoles más ricos.

Recinto de la fábrica de Vinalesa. B. Bueno

El archivo de la fábrica

Amparo Ruíz Llopis ha estudiado un tesoro documental de esta industria, cuando perteneció a los Trénor. Se trata de un archivo que ayuda a reconstruir la historia de la fábrica en un período determinado de su vida que conserva importantes datos económicos y organizativos, documentación contable de los años 1838-1926, período en la familia gobernó la fábrica. Uno de los documentos es una «carta de fecha 8 de diciembre de 1775, en que se da cuenta de que, a través de Cédula Real de 15 de mayo de ese mismo año, el rey cede a José Lapayese los privilegios y franquicias otorgados anteriormente a Guillermo Reboull para la hilatura y torcido de la seda, mencionándose las condiciones de la concesión y la vigilancia por parte de la Junta General de Comercio y Moneda».

También se conserva, cuenta Ruíz Llopis, una carta de fecha 2 de julio de 1847 dirigida a la Comuna de la Real Acequia de Moncada, donde los arquitectos informan de las obras que pretenden realizar en la acequia para la colocación «de una nueva rueda hidráulica, y explican que ello no causará ningún perjuicio a la comunidad de regantes». Igualmente guarda el archivo «el aviso de la concesión de una línea telefónica entre el domicilio de los Trénor, sito en la calle Caballeros n. 7 y la fábrica de Vinalesa, y el recibo por la colocación de postes para dicho tendido».

Fue el alcalde, ya fallecido, Felipe Navarro Fuster, quien impulsó la idea y proyecto de que la Antigua y Real Fábrica de Seda de Vinalesa fuera para el pueblo. Se logró y el complejo fabril está restaurado y convertido en un gran espacio de servicios municipales múltiples, con un gran patio interior que sirve de teatro al aire libre. En el muro oeste del edificio, por donde discurre la Real Acequia de Moncada, se conserva la marca del lugar exacto donde se instaló el primer torno hidráulico que revolucionó la industria de la seda. Una reliquia de la historia económica y social de Vinalesa hoy recobrada y actualizada a la que sirve desahogada y cómodamente de manera múltiple a todo el vecindario y al que con justicia se le ha dedicado e intitulado esta importante realidad municipal.