Hay dos elementos que sobresalen entre todos los que caracterizan a la ciudad de Manises. Uno es la tradición cerámica y el otro su cercanía al cauce del río Túria. La cerámica dota de componente artístico y cultural a la localidad, recientemente reconocida por la Unesco como Ciudad Creativa precisamente por el valor de su historia artesana, única en el mundo. El río, por otra parte, aporta ese bien que dinamiza la actividad y el desarrollo de los pueblos: el agua.

El agua del Túria discurre por Manises MHS

Nacida de una alquería creada por una familia musulmana en medio de la huerta valenciana, la ciudad de Manises rebosa arte por sus calles. Pasear por ellas te obliga a observar cada rincón, cada esquina, pues esconde tesoros en forma de creaciones cerámicas que decoran y dan personalidad al pueblo. Son las diez de la mañana y en la Plaza de la Iglesia que cruza la calle Mayor de la localidad se va creando un círculo de gente. La Mancomunitat de l’Horta Sud, dentro de sus rutas por los municipios de la comarca que organiza para dar a conocer el valor de cada uno y para vertebrar y conectar las ciudades vecinas, ha coordinado un recorrido por la Manises ceramista y el valor de sus azudes, que distribuyen el caudal entre las diferentes acequias. La primera parada ya descubre a los asistentes una de las señas de identidad de la cerámica manisera: el reflejo metálico. Una técnica única y autóctona. La gran cúpula de la Iglesia así lo revela vislumbrada desde la restaurada Ermita de Sant Antoni, situada justo detrás del templo.

La cerámica, símbolo de Manises. MHS

Un oficio artesano en constante evolución

Calle abajo, los asistentes llegan al Museu de Ceràmica de Manises. Siglos de historia ceramista que empieza con los primeros trabajos de la comunidad musulmana, que perfeccionó la técnica del reflejo metálico para diferenciarse. Muchas de las piezas del museo se recuperaron en excavaciones que sacaron a la luz cientos de creaciones que descansaban bajo tierra. En los siglos XIV y XV las creaciones cerámicas se centran en dar respuesta a la necesidad de alimentarse, cocinar y conservar los alimentos. Hornillos, recipientes y elementos de uso cotidiano que empiezan a decorar los árabes con símbolos como la mano de Fátima.

Museo de la Cerámica de Manises MHS

A partir del siglo XVI comienza a aparecer la policromía en las piezas de cerámica. Un siglo después, en el XVII y XVIII, se produce la expulsión de los árabes y, aunque Manises inaugura su «Gremi de Mestres d’Obra de Terra» (el primer gremio oficial de ceramistas) no acaba de desarrollar este arte del todo. Se estanca por su carácter proteccionista que impide que las técnicas sean innovadoras. A partir de los siglos XIX y XX el abanico de estilos de diversifica y se da inicio a la tecnificación del trabajo a través de moldes para comercializar los productos más a gran escala. En Manises todavía no había demasiada formación pero sí mucha creatividad y ganas de mejorar el oficio, lo que da lugar a creaciones heterogéneas, con mezclas de estilos y épocas. Se llega a técnicas como «tubat», una forma de hacer entubado, en serie y con un molde, que permite comercializar a escalas más grandes y que es propia de imágenes publicitarias. El famoso cartel de Nitrato de Chile o las placas de València que informan sobre los nombres de las calles manifiestan los resultados de esta técnica.

El agua corre a raudales en Manises MHS

«L’Horta no existiría si no fuera por el regadío»

Tras llegar a la expresión ceramista más contemporánea de la Bienal Internacional de Cerámica de Manises, los visitantes dejan el museo atrás y siguen al guía hasta el cauce del río a su paso por el término municipal. «L’Horta no existiría si no fuera por el regadío», comienza el encargado de la ruta. El camino de entrada es salvaje. Incluso desconocido para algunas personas autóctonas, pero la ruta que allí comienza descubre un paraje cercano, verde y rebosante de vida y agua. Se habla de los azudes que distribuyen el agua a su paso por el municipio.

Manises. MHS

De las diferentes acequias y del papel del Tribunal de las Aguas, que, lejos de ser una organización folclórica y desfasada, trata de mediar sobre un bien tan esencial, el agua. Río abajo, el grupo se topa con una veintena de escolares que buscan especies de plantas e insectos de la zona. El guía de la Mancomunitat anima a los asistentes a acercarse al agua que, cuanto más cerca, más se expresa con el sonido de la corriente que pasa caudal abajo. Un recorrido que permite mantener la huerta viva. También en Manises, tierra de arte y naturaleza. Ahora reconocida mundialmente como Ciudad Creativa en artesanía y artes populares por la Unesco.