Recuerdo que la primera vez que estuve en Mascarell hace ya un par de décadas me quedé atónita. Pese a recorrer mis venas ADN nacido y crecido en la Plana Baixa de Castelló nunca los pasos de la vida me habían llevado a este enclave tan desconocido, curioso y digno, sin duda, de conocer: Mascarell.
Perteneciente al término municipal de Nules desde finales del siglo XIX, Mascarell es una pequeña localidad amurallada donde viven actualmente dos centenares de personas y la única de todo el territorio valenciano que está completamente amurallada. Completamente. Y esto es lo que la convierte en un enclave de lo más singular.
Rodeado de largas extensiones de campos de naranjas y a pocos kilómetros del mar, Mascarell formaba parte de la antigua Baronía y Marquesado de Nules. El primer documento que recoge la existencia del poblado está datado en 1310 pero su origen hay que buscarlo previamente en 1233 con la expulsión de Borriana de la población musulmana, que buscaron cobijo y nuevas tierras en el linde con Nules. No obstante, no fue hasta 300 años después, concretamente en 1553 cuando se levantó su famosa muralla, que todavía rodea a día de hoy la población y que antiguamente disponía de un foso.
Su origen hay que buscarlo en la expulsión de Borriana de la población musulmana, que buscó cobijo y nuevas tierras en el linde con Nules.
Como ocurrió en otros tantos territorios valencianos, la expulsión de los moriscos supuso un golpe durísimo, llevando a muchos municipios al borde de la desaparición. Así ocurrió con Mascarell, que quedó prácticamente despoblada y tuvo que esperar hasta bien entrados los 1700 para volver a recuperar vecindario y, ahora en nuestros tiempos, turismo.
Sin duda alguna un paseo por todo el recinto es una bella experiencia ya que, además de la muralla, Mascarell cuenta con dos preciosas plazas, la Plaça Major con la coqueta Iglesia de Sant Agustí, y la Plaça Nova, donde están les Escoles Velles levantadas, según la placa que todavía perdura, dentro del plan de Zonas Devastadas tras la guerra civil.
Justo en esa plaza está también el Centre Social con un servicio de cafetería que permite disfrutar del entorno en una plaza tranquila. Llaman la atención también varios retablos situados en ambas calles de la localidad en honor a Sant Miquel, Sant Roc i la Cova Santa así como los torreones defensivos y las puertas de acceso al recinto, que está declarado Bien de Interés Cultural.
