Cuando llega la primavera en ecología decimos que estamos entrando en la fase pre-vernal, y el cambio de luz va a despertar los ritmos internos de los animales. Algunos de ellos lo van a captar a través del ojo. Éste actuará como una pantalla de recepción y de ahí el estímulo pasa al cerebro. Del cerebro a una glandulita que en el hombre tiene el tamaño de un guisante aproximadamente, que es la hipófisis (glándula situada en el cráneo de los vertebrados), y a partir de ahí se segregarán una serie de hormonas que van a revolucionar el organismo.

Pero en el mundo de las aves, especialmente sensibles a este cambio de ritmo, en algunos casos, se piensa que hasta el cráneo entero puede funcionar como una esponja absorbente de esa radiación. Y son las hormonas las que lo revolucionan. Y por este motivo, en muy poco tiempo vamos a ver un espectáculo. Por ejemplo: los gorriones van a empezar a pelearse. Llegan a pelearse –fuertemente-, 8 o 10 machos de gorrión juntos que se revuelcan como pelotas picándose y terminan por desaparecer en la copa de un árbol y vuelven a aparecer peleándose otra vez.

Lagartijas en amplexo.

Es la luz. Los reptiles despiertan de su hibernación. Lagartijas (lacértidos), culebras (colúbridos) y víboras hocicudas (vipéridos) -orden zoológico al que pertenecen-, comienzan sus periodos de celo. Por ejemplo, es curioso saber que en la reproducción de la culebra de collar (Natrix natrix), varios machos pueden cortejar a una misma hembra, formándose un gran ovillo de serpientes. A veces, incluso llegan a concentrarse hasta 20 individuos. Las lagartijas, adoptan una librea bellísima en distintas zonas de su cuerpo: garganta, zona facial y costados. En la Comunidad Valenciana, algunos anfibios como el sapo común (Bufo bufo), y el sapo corredor (Bufo calamita), inician la reproducción, que es cíclica cada año. Y sobre principios de febrero comienzan a buscar a las hembras para proceder al amplexo (apareamiento). Pues todo esto que parece increíble, -todos estos cambios en la naturaleza-, derivan del cambio de luz, que aunque haga frío, va a despertar en los animales estos instintos reproductores. La verdad es que este mundo nuestro de ritmos cambiantes a mí me parece bellísimo.