Es un privilegio. El litoral de Benissa se puede recorrer de cabo a rabo caminando por una agradable senda que se asoma a los acantilados y une las calas de aguas turquesa de la Fustera (de arena y la más turística), Pinets, la Llobella, l’Advocat y Baladrar. Y en el camino hay sorpresas como la de la Mar Morta, una balsa «natural» (fue una pequeña cantera litoral de la que se extraía piedra tosca) en la que el agua se remansa y tiene más concentración salina, está más caliente y en la que los bañistas flotan con facilidad. Los excursionistas también se adentran en bosques litorales salvados de la presión urbanística (la pinada del Cantalar, situada entre la Llobella y l’Advocat, es bellísima) y descubren la geología peculiar de esta costa. Sorprenden los saledizos de roca que se forman en los acantilados de llamativo color blanco. El cortado más blanquecino, compartido ya con Teulada Moraira, lleva por nombre Cap Blanc.

Benissa se adelantó a todos. Hace años, cuando lo del turismo sostenible sonaba a chino, el ayuntamiento creó el paseo ecológico litoral. Pocos itinerarios abrazan tanto trecho de costa como éste (casi 4 kilómetros). La senda no presenta dificultades. Se puede realizar una agradable excursión. Hay zonas de descanso. Los bancos están situados en lugares estratégicos. Cuando se mira o se camina en dirección sur, el horizonte está acotado por el Penyal d’Ifac. Eso sí, el paseo ecológico no está adaptado en todo su recorrido para excursionistas con diversidad funcional. Presenta tramos con escalones. La playa de la Fustera sí cuenta en verano con servicio de baño adaptado. En las otras calas, algunas como la de la Llobella auténticos cantizales, hay que ir con cuidado, ya que el terreno es movedizo.

Este paseo ha permitido mitigar la presión urbanística en primera línea. Refleja ese gran anhelo de hacer accesible todo el litoral (uno de los grandes objetivos de la Ley de Costas). Significó en su día una gran apuesta por recuperar el uso público de la costa.

Los vecinos de Benissa siempre han tenido una curiosa relación con el mar. Existía la costumbre de la «marà». En verano, bajaban en carro desde el pueblo a la Fustera y pasaban allí una o dos semanas. Ya intuían que este litoral era un tesoro.

El itinerario litoral está salpicado de paneles interpretativos que desvelan esa relación histórica de Benissa con el mar y la riqueza de flora, fauna y geológica de esta costa. Claro que se puede recorrer el paseo en plan deporte, pero lo ideal es pararse, saborear el paisaje y entretenerse leyendo las leyendas (los textos, que leyendas legendarias también las hay, seguro).

Este paseo litoral recibe cada año la Bandera Azul. Se distingue su integración en el paisaje, que facilite el uso público de la costa y el respeto a un entorno frágil y de gran valor natural.