Chelva cuenta con una nueva ruta turística que la consagra como una de las localidades más dinámicas para visitar: la del agua, la de las tres culturas, lavaderos, el acueducto de Peña Cortada o el Pico del Remedio. A todas ellas se suma ahora la Chelva carlista, un paseo por los vestigios que estas tres guerras civiles dejaron en la capital de La Serranía.
En esta ocasión, la iniciativa surge de la Fundación María Antonia Clavel, quien lleva años estudiando el legado de este periodo histórico. De hecho, la sede de esta organización se encuentra en una de las partes del Palacio Vizcondal de Chelva donde se han llevado a cabo tareas de rehabilitación y recuperación para hacerlo visitable y pronto abrirá sus puertas al público.
Este palacio será uno de los puntos visitables dentro del recorrido que junto a la Asociación Fénix Troyana están creando. Los restos de la época carlista se suceden a lo largo de todo el municipio y ambas organizaciones están trabajando para su conservación y puesta en valor, ya que además, muchos de ellos están catalogados como Bienes de Relevancia Local y otros dentro del Bien de Interés Cultural del casco histórico de Chelva.
La ruta propuesta por la Fundación María Antonia Clavel puede realizarse concertando una visita con la asociación. Se trata de un recorrido de 2,5 kilómetros visitando 10 enclaves distintos y relacionados entre sí a través de la dilatada historia que las guerras carlistas han dejado en el municipio.
En concreto, fue la primera y la tercera guerra civil la que más mella hizo en la capital serrana. Las contiendas enfrentaron a los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón, tradicionalistas, contra los descendientes de Isabel II, que secundaban los liberales. Eso provocó tres conflictos armados: a Chelva llegó la primera, entre 1833 y 1840, y la tercera, entre 1872 y 1876.
De ambas etapas se encuentran restos arqueológicos, lo que deja patente que Chelva fue un núcleo importante en el desarrollo de la contienda, como sucedió con el resto de fortificaciones que podemos encontrar en el camino hasta Chelva por la CV-35 desde València. Tan importante fue este enclave de la provincia, que según los estudios realizados por la Fundación María Antonia Clavel, el aspirante al trono Carlos María Isidro de Borbón se alojó en 1837 en la localidad y pronto se iniciaron los trabajos de fortificación. Es precisamente en uno de estos ejemplos donde comienza la ruta: en el fuerte del Gorgol.
Es el que se encuentra más alejado del municipio, casi en la ladera del Pico del Remedio. Inmiscuido entre las casas, esta construcción es un ejemplo de arquitectura militar de época carlista, ubicado en la calle Monserrate. Se reaprovechó un antiguo pagar y una era y se aprecia una muralla perimetral de piedra en seco, una puerta en altura típica de recintos defensivos y zanjas a modo de foso, además de una decena de aspilleras o puestos de tirador. De hecho, según algunos escritos, había una pieza de artillería. En total ocupa 289 metros cuadrados y está calificado de Bien de Relevancia Local.
Tras este lugar, el Palacio Vizcondal es la parada obligatoria por excelencia. En él existen aspilleras de esta misma época aparte de dibujos y escritos en las paredes de los soldados de entonces. En este edificio confluyen muchas épocas históricas, pues hay restos de la época ibérica del siglo IV a-C, pero también de los almohades, con su alcázar, la iglesia gótica y el palacio renacentista. A falta de una última autorización para una intervención por parte de la Conselleria de Cultura, pronto será totalmente visitable.
Según la documentación de la fundación, este palacio sirvió como hospital militar en la tercera guerra carlista. En la misma Plaza Mayor también puede observarse cómo el campanario de la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles estaba almenado, consecuencia de su propia fortificación.
A continuación, se puede realizar un recorrido por la zona limítrofe este, sur y oeste del recinto urbano donde se localizan torres con troneras y aspilleras, murallas, casas aspilleradas y garitas. Se perimetró el pueblo a fin de controlarlo durante las contiendas bélicas.
A menudo las construcciones carlistas pasan desapercibidas por la tosquedad y discreción de su estilo. Se utilizaban materiales pobres y sobrantes de otras construcciones para fortificar, lo más rápido posible, lugares con buena visibilidad. En este nuevo recorrido de Chelva se dan a conocer esos restos que pasan desapercibidos a la vista del visitante, pero que reflejan una época interesante y que ha dejado su impronta en la historia y cultura de Chelva que debe proteger y preservar para seguir siendo el tesoro turístico de La Serranía.