Al abrigo de la Lloma del Baladre, frente a un valle en el que se respira el aroma del azahar, descansa el municipio de l’Énova. Una pequeña localidad perteneciente a la comarca de la Ribera cuyo origen se remonta a la época romana y que, pese a la influencia del paso de otras civilizaciones en sus límites, todavía atesora el magnánimo esplendor de la Antigua Roma.

Ejemplo de ello son los hallazgos arqueológicos que aun conserva, como la antigua cantera de mármol —es la ‘pedrera’ mejor conservada de la Comunitat Valenciana— o las carriladas íbero-romanas, y que conforman su singular idiosincrasia.

Lejos quedan ya aquellos tiempos inmemoriales en que el imperio de la península itálica logró conquistar la Cuenca Mediterránea y gran parte de la actual Europa Occidental.

No obstante, el pueblo de l’Énova constituye en sí mismo un viaje al pasado. Desde sus angostas vías de piedra hasta sus lápidas grabadas con epitafios latinos, a su historia debe su presente e hipoteca su futuro. Signo de la apuesta del consistorio enovense por conservar su memoria es la Fira Romana, que el pasado fin de semana celebró su segunda edición.

Fira Romana de l'Énova celebrada el pasado fin de semana. A. E.

Esta evento, que busca consolidarse como atractivo turístico, así como un referente comarcal en próximas ediciones, es un idóneo escaparate del patrimonio histórico de este pequeño municipio valenciano. Para ello, el encuentro contó con la participación del grupo de recreación histórica Saguntum Civitas, que dio vida a legionarios romanos por las calles de l’Énova.

En este sentido, los asistentes a esta cita con la historia pudieron ser testigos de excepción de diversas luchas de gladiadores y procesiones, así como del comercio típico de la época. Y es que, la feria «Terra luniana» incorporó, además, una gran oferta de mercaderes.

Casi 40 puestos de productos de artesanía y gastronomía se pusieron al servicio de los curiosos visitantes, que pudieron ser partícipes de una programación lúdica y cultural adaptada a todos los grupos de edad.

Así, una de las actividades principales fue el tren turístico habilitado por el Ayuntamiento de l’Énova para conocer las canteras de la localidad o, por otro lado, las diversas representaciones teatrales interpretadas durante toda la jornada.

La programación de la feria incluyó la teatralización de costumbres típicas, como las luchas de gladiadores. A. E.

El propio vecindario del municipio fue partícipe de los desfiles y ambientación. Lustrosas telas blancas, cirios y útiles madereros vistieron las calles de la localidad. Para este fin, desde el consistorio se impartió un taller de indumentaria para diseñar las galas que, en función del estatus social de cada personaje, se lucieron el pasado fin de semana.

«Todos los vecinos y vecinas han participado de forma activa», destaca el alcalde de l’Énova, Tomás Giner, cuyo balance es tan positivo como esperanzador. «Decoraron las calles con motivos típicos de la época romana, como telas o ramos de olivos», destaca.

«A nivel local, creo que la población está encantada. En cuanto a la respuesta de otros municipios, la percepción es muy enriquecedora», reflexiona. Así, Giner mantiene intacto el objetivo truncado por la pandemia de la covid-19.

«En 2019, cuando celebramos la primera edición de la Fira Romana, queríamos consolidar un evento capaz de generar repercusión y con autoridad comarcal y autonómica», afirma, «la crisis sociosanitaria del coronavirus truncó nuestro propósito de planificar un encuentro con gran participación y afluencia de gente».

Este 2022, tras dos años marcados por la incertidumbre, la apuesta del consistorio enovense ha incorporado una mejor oferta de mercaderes y, con la vista puesta en la agenda del próximo año, Giner espera ampliar la celebración «Terra luniana» durante dos días de encuentro, haciendo especial hincapié en el estudio científico-técnico y natural del patrimonio romano de l’Énova.

«¿Por qué nos centramos en la Antigua Roma? Es muy sencillo, conservar estos vestigios es un tesoro para un municipio tan pequeño como el nuestro. Sin duda, debemos protegerlo», reivindica el edil.

El vecindario, con vestuario típico de la época romana, participó en los desfiles. A. E.

En este sentido, desde el Ayuntamiento de l’Énova, en colaboración con diferentes universidades españolas, se está editando un libro de divulgación científica con el objetivo de poner en valor las canteras romanas.

Y es que, las obras de construcción de la plataforma del AVE a su paso por l’Énova descubrieron en el año 2003 un tesoro en forma de villa romana que el nuevo trazado ferroviario volvió a enterrar pese a la presión ciudadana, una vez realizados los trabajos de documentación y rescatados los elementos de mayor valor.

Entre estos destacaban singulares pavimentos de mármol. Con posterioridad, se identificaron las canteras de mármol de «Buixcarró». El ayuntamiento señalizó en 2021 una ruta que permite realizar un itinerario por este parque arqueológico, que también incluye las carriladas íbero-romanas, guiado por personajes de la época representados por figuras de hierro policromadas.

Programación lúdica y cultural

Las calles de l'Énova se caracterizaron como en la época romana. A. E.

La Fira Romana sirvió para mostrar a los y las asistentes costumbres y ritos de la época como, por ejemplo, cómo los romanos trataban y educaban a sus hijos desde que nacían hasta que se convertían en personas adultas o el proceso de manumisión por el que un esclavo se convertía en liberto. Es decir, un ciudadano libre.

La jornada del sábado arrancó con el acto de bienvenida o «Duoviria», al que siguió la «pompa inaugural» en la que desfiló una legión de centuriones romanos seguida por un grupo de danzas tribales que dio paso a las autoridades, escoltadas por la guardia pretoriana, y al desfile de los ciudadanos romanos, los libertos. Finalmente, los esclavos. 

A lo largo del día también hubo juegos infantiles, talleres artesanales, como el de mosaicos, o cuentacuentos de leyendas de esta misma época.