Castell de Guadalest consigue que el turismo de la Costa Blanca se vea atraído por la evocadora estampa de un pueblo que ha sabido mantener, a través del tiempo, los rasgos más típicos de las poblaciones del interior alicantino», así es como la asociación de los Pueblos más Bonitos de España, a la que pertenece este municipio, empieza su descripción.

El municipio, declarado conjunto histórico-artístico en 1974, está dividido en dos barrios claramente diferenciados: el del castillo, colgado en lo alto de la peña y protegido por la antigua muralla, conserva todo su sabor medieval; y, el del Arrabal, de creación posterior, cuando la población aumentó trasladándose a las faldas de la montaña.

Al primero de ellos, se accede por un túnel excavado en la misma roca que sirve de entrada a la población. Encaramado sobre una peña, destaca el campanario de la iglesia parroquial. A su lado, encontramos los restos de una antigua fortificación. En la zona más elevada del pueblo, se conservan los restos del castillo de San José.

Ascendiendo por la antigua escalinata que nos lleva al barrio antiguo y después de flanquear la entrada, nos encontramos ante la casona señorial de los Orduña, con su escudo en la puerta. A su lado, se alza la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen, construida en el siglo XVIII.

Merece gran interés el recorrido por la calle principal del pueblo, para admirar la arquitectura de sus casas de una sola planta, blancas y luminosas. Así como sus singulares museos, y por supuesto las tiendas de artesanía y restaurantes en los que degustar la gastronomía típica de la montaña alicantina.

La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción