Ni Estudio 1 ni Isabel. Matar al rey es otra cosa, explica su director, Vicent Monsonís. Es una peculiar alianza entre gentes valencianas del teatro y del audiovisual en un momento especialmente difícil para la cultura. «Trabajamos por amor al arte, para demostrar que estamos vivos», señala el cineasta, con cuatro películas para televisión (TV movies) en su currículum. No hay financiación externa, no hay salarios, no hay una cadena de televisión detrás, pero sí hay muchas «ganas de mostrar que seguimos aquí y nadie conseguirá hacernos abandonar nuestra tierra», pese a que la cultura, «desde hace muchos años, está abandonada».

Matar al rey es teatro llevado a la pequeña pantalla, un género poco (o nada) transitado en el audiovisual valenciano hasta ahora.

Matar al rey es el título de la obra con la que el dramaturgo Chema Cardeña (Arden Producciones) abrió la última temporada de la sala Russafa, un thriller sobre la muerte de Enrique IV, el rey español que apareció muerto en su estancia sin señales de enfermedad ni violencia, recayendo las sospechas sobre su entorno cercano.

Monsonís se ha puesto al frente estos días de un equipo de más de veinte profesionales para realizar la versión cinematográfica. Al lado, los actores de la obra: Juan Carlos Garés, Rosa López, Iria Márquez, Jaime Vicedo y el propio Cardeña. El rodaje ha empezado en interiores y exteriores del castillo de Benissanó, cedido por el ayuntamiento durante esta semana.

Monsonís asegura que el proyecto viene de tiempo atrás: «Soy admirador de Cardeña desde hace mucho, como dramaturgo y actor. Me parece el hombre más talentoso de Valencia». Aunque el entorno, precisa, es poco propicio para el talento cultural.

La historia está de moda en la televisión, pero la producción de Stanbrook, Arden y Godfader «está en otra liga», si se la compara con Isabel o Águila roja. Además, no se trata de una serie, si bien el objetivo es grabar varias de las piezas de Cardeña de ambiente histórico y ofrecerlas como episodios distintos sobre la cara oculta del pasado de España.

Acabada esta primera cinta (rodada en castellano), el objetivo es venderla a alguna televisión estatal y a plataformas digitales para «compensar» también al equipo, cuyo trabajo podría valorarse en medio millón. Por eso, al director no le gusta hablar de «presupuesto cero».