La nostalgia está de moda. Lo han demostrado decenas de producciones -tanto en la gran pantalla como en la pequeña- que han apostado por la estética retro para apelar a los sentimientos y recuerdos de los espectadores. Netflix es un maestro en hacer que la maquinaria de la nostalgia funcione. Lo ha hecho en unas tres ocasiones. Con «Black Mirror», en su tercera y cuarta temporada; en «Stranger things», recreando la década de los 80; y ahora lo volverá a hacer con «Todo es una mierda», la nueva serie de la cadena. La producción («Everthing sucks», en inglés) narra la vida de una pandilla de preadolescentes -como en «Stranger Things»-, pero esta vez no hay Demogorgons ni científicos locos.

La producción narra la vida de dos grupos de estudiantes de un instituto de Oregón (EE UU) aficionados al cine y al teatro. Ese «enganche» argumental de Netflix le servirá para hacer constantes referencias a la cultura de los 90, donde triunfaron películas como Jumanji (1995), Forest Gump (1994), Solo en casa (1990) o Atrapado en el tiempo (1993), la famosa película que popularizó el Día de la marmota. Además, también habrá cabida para los creadores de la banda sonora de la década, como los grupos Oasis o Alanis Morissette.

La serie se estrenó el pasado viernes en la plataforma de streaming y ha sido toda una sorpresa para público y crítica. Sobre todo, porque Netflix no había descargado en ella todo su arsenal publicitario, como hizo con otras producciones como «Narcos», «Por trece razones» o «Black mirror». Tampoco se esperaba que gustara tanto al público generalista, ya que los profesionales que firman la producción son Ben York Jones y Michael Mohan, dos guionistas forjados en el cine independiente.

La serie también cuenta con muchos clichés, por supuesto. Está el inadaptado, el friki, e incluso el que se enamora de la hija del director. Todo tiene cabida en «Todo es una mierda». Sin embargo, estos personajes estereotipados no ahuyentan al espectador, sino que lo encandilan por transportarlo mágicamente en el tiempo. Aunque no nos engañemos. La serie no es una maravilla. Pese haber sido escrita lejos del glamour de Hollywood, la producción es comercial y algo predecible, pero no por ello es desmerecedora de ser vista.