Trece semanas de muchos delantales negros y su correspondiente paso por el foso han culminado para Arnau con el título de ganador de «MasterChef«. Este barcelonés de 32 años, firme defensor del producto ecológico y de proximidad, afirma que no le gusta que le prohíban comer nada pero sí apuesta por un consumo responsable. «Prefiero comer un filete que me cueste 9 pavos en vez de cuatro a dos euros, o comer menos cabrito pero que sea de proximidad. Hay que ir a un consumo más responsable, más sostenible; nos quejamos de la falta de calidad pero queremos comprar barato. Pero me gusta muy poco que me prohíban comer algo y no estoy a favor de prohibir a nadie», dice tras alzarse el martes por la noche con el primer puesto del concurso culinario de TVE.

Esa actitud ante la comida la mostró en el menú Origen con el que conquistó no sólo al jurado del concurso sino al exigente David Muñoz, con tres estrellas Michelin: coca de recapte con crema de pimiento, berenjena asada y caballada; carabinero con salsa chili crab, pichón y aire de cilantro, y crema catalana con crumble de carquiñolis y helado de moscatel.

Lo argumentó en la necesidad de volver al respeto a la tierra y a los productores, de reconectar al comensal con el origen de lo que come. «Nos importa un pimiento lo que comemos y no queremos cocinar. Tengo amigos que compran tomates por Amazon y me asusta, porque eso es perder totalmente el respeto por el producto y si te da igual con lo que cocines, el resultado será un desastre», lamenta. Tras publicar su recetario y formarse en cocina el Basque Culinary Center de San Sebastián -dos de los premios de «MasterChef«, además de 100.000 euros- este comercial, que antes fue fontanero y trabajó en el sector financiero, tiene claro que cumplirá su sueño de dedicarse a la cocina, aunque no tanto si abrirá su propio restaurante.