Nota a los lectores:

Esta información contiene 'spoilers'. Si no ha visto la serie o no quiere conocer parte importante de la trama no siga leyendo.


Las chicas de 'Sexo en Nueva York' están de vuelta. Este viernes se estrenó 'And just like that', un nuevo capítulo en la archiconocida y exitosa serie de HBO de finales de la década de los 90 que permite conocer el devenir de las vidas de sus protagonistas. La serie nos las presentó a los treinta con sus pasiones, amantes, vida social frenética, cuentas bancarias imposibles, zapatos inalcanzables y sexo con la gran manzana de fondo.

La factoría de Carrie Bradshaw, interpretada por Sarah Jessica Parker, recuperó la fórmula del éxito en 2008, una década después del primer capítulo, para revisitar a sus protagonistas en forma de película. Entonces mantuvieron a todo el elenco original: Bradshaw, Charlotte York, Miranda Hobbes y Samantha Jones pisaban la gran pantalla pero se alejaron de la gran manzana para visitar México en la primera película y una ficticia Abu Dhabi en la segunda.

Si en el cine las protagonistas nos mostraron su vida a los 40, en la nueva producción de HBO Max nos encontramos en un Nueva York poscuarentena física y pandémica. Nuestras amigas neoyorquinas tienen ya 50 y la ficción nos traslada a un punto indeterminado en el que la covid es cosa del pasado, pero los chascarrillos sobre la forma de saludar con el codo o la distancia social son el punto de partida.

Precisamente es en el arranque en el que se explica la ausencia de Samantha, uno de los personajes más queridos de la serie original y cuya actriz (Kim Cattrall) rechazó participar en este reencuentro. Al parecer, Parker y Cattrall eran muy amigas cuando se encendían los focos, pero su enemistad era notable fuera del set de rodaje.

"Es como si estuviera muerta, nunca hablamos de ella", admite Carrie en el inicio de la serie ante la ausencia de una Samantha que ha puesto tierra de por medio y, en la ficción, ahora vive en Londres. "Siempre creí que las cuatro seríamos amigas para siempre", apunta Bradshaw en una reflexión que provoca un pequeño lamento en el telespectador.

El primer capítulo duele porque huele a venganza contra la actriz, pero ejecuta la revancha contra el personaje. La Samantha que esboza en pocos segundos lo nuevo de HBO poco o nada tienen que ver con la Jones que conocíamos. Una de las guionistas de la serie explicó en la presentación que el hecho de que Cattrall hubiese rechazado participar en la producción les había dado la oportunidad de abordar que los cambios en las amistades no siempre son para bien. Nadie debería haber contratado a esa guionista nunca.

¿Era necesario reencontrar a las amigas si no iban a estar todas? ¿Acaso 'Sexo en Nueva York' no era como un unicornio rosa en el que nos gustaría montar a sabiendas de que es imposible? Una columnista no puede pagar el alquiler de ese apartamento. Y, desde luego, si lo paga no puede salir a beberse todos los Cosmopolitan del local de moda en Manhattan subida a unos Manolos. Lo sabíamos pero no nos importaba porque forma parte de ese mundo de ficción diseñado para entretenernos y sacarnos por un rato de nuestras vidas más o menos mundanas.

Las más de dos décadas que separan a la serie de sus inicios han provocado que sea necesaria una revisión de su mundo blanco, hetero y normativo. Quienes tengan buena memoria se acuerdan de que Samantha tuvo un romance lésbico puntual, pero eso no parece una gran muestra del mundo real. Los otros dos personajes no-heteros, Stanford Blatch y Anthony Marentino son estereotipos extremos y planos de personajes gais. Lo que en los 90 parecía rompedor, en 2021 chirría.

Sin embargo, en la nueva versión de 'Sexo en Nueva York' el revisionismo parece excesivo. Tanto que, en algunos momentos, no sabes muy bien si en la serie están justificando la aparición de un personaje nuevo no-blanco o están parodiándolo. Sí, 'Sexo en Nueva York' siempre fue una serie de gente falsamente rica, hetero, cisgénero y blanca, intentar que se convierta en 'Sex Education' en un capítulo de 40 minutos supone hacer un triple salto mortal de guion que cuesta encajar. La pluralidad es uno de los puntos más grotescos de 'And just like that' porque choca de frente con el espíritu original de la serie: no tiene frescura, no sorprende y no es ingeniosa.

Y así es como, 20 años después, con canas, arrugas y una amiga menos, Carrie, Charlotte y Miranda vuelven a juntarse frente a una mesa de un restaurante de Nueva York. Y todos, todas y todes nos sentamos con ellas, revisitando nuestro pasado, el camino que hemos recorrido y las personas que hemos dejado atrás.

Quizás por eso el regreso de la serie tenga un tono mucho más amargo de lo que recordábamos. Sobre todo porque la serie arranca con la protagonista más querida desaparecida y Mr. Big muriendo de un infarto. Pensábamos que veníamos a una fiesta de reencuentro y esto tiene tono de despedida: adiós a las amistades eternas, a los cócteles curativos, a los tacones prohibitivos, a los dramas sencillos y a los amores románticos. Vistos los dos primeros capítulos, en vez de una copa dan ganas de tomarse un antidepresivo.

Carrie ha vuelto, pero ya no se pone los Manolos para beber cócteles, sino para enterrar a su marido. ¿Ya no hay sexo en Nueva York?

Las tres protagonistas de 'And just like that'. HBO Max