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Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Pedro Sánchez y la teta izquierda de Torito

Monegal

Ahora mismo Tele 5, irritada por que lleva cinco meses perdiendo su hegemonía televisiva, ha puesto en marcha nuevamente las barbacoas de Rociíto. ¡Ahh! Cuánta carne de su familia están rustiendo estos días. Su hija, Rocío Flores; su hermanastra, Gloria Camila; su madre, la gran Rocío Jurado el extorero Ortega Cano; el 'títo' Amador'; la 'títa' Rosa; la parentela adyacente, hasta están removiendo la tumba de Pedro Carrasco y Raquel Mosquera se tira de los pelos con gran desvarío.. Todo este zafarrancho de hiel, odio, herencias y vísceras que tritura, esparce y paga Tele 5 no solo es de una mezquindad barriobajera y ruin, sobre todo –al menos en mi barrio– nos produce una mezcla de rechazo y tedio mayúsculos.

De la mano de mi canario flauta Papitu hemos intentado buscar alguna chispa de alegría en ese fétido rancho que Mediaset produce, y lo hemos encontrado en ese menorquín tan despendolado llamado Torito (Quique Jiménez) que colabora en el programa ‘Viva la vida’. Lo suyo es un disparate, una astracanada, una bufonada de carnaval continuo, pero aún siendo muchas veces un poco chabacano, es al menos un desbarre inofensivo que nos hace reír. 

El sábado se personó en la alfombra roja de los Goya disfrazado de Penélope Cruz. ¡Ah! La estampa era de un travestismo poligonero absolutamente desmadrado. Y de pronto vio a Pedro Sánchez y se fue hacia él como un obús y le djo: "¡Guapísimo presidente, guapísimo! Dígame, ¿el traje que lleva es suyo o prestado?". Y el presidente, que sabe que en estos casos de abordaje surrealista lo mejor es entrar al trapo, contestó: "¡Prestado!". Y acto seguido le firmó un autógrafo, sobre el escote del vestido, en la teta izquierda de Torito. Un autógrafo que decía: "¡Pedro!", o sea, como el célebre grito de Penélope cuando le entregó el Óscar a Almodóvar.

Este extravagante momento que resalto de Tele 5 me parece mucho más interesante que todo su canibalismo. Y, sobre todo, ha servido para constatar la rapidez de reflejos de Sánchez: en lugar de huir de lo inevitable, es mejor seguir la corriente. Seguramente ha leído los escritos de aquel primer ministro inglés llamado Benjamín Disraeli cuando explicaba la diferencia entre fatalidad y catástrofe. Toparte con Torito puede ser un fatal infortunio, pero intentar huir de él delante de las cámaras transforma tu fuga en imagen catastrófica.

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