Esto es la repera, no sé si patatera, pero sí la repera, con permiso de la cueva oscura que Montoro y los de Hacienda saben que hay en su cloaca. Vayamos a por todas. Digamos que el regreso de Águila Roja a La1 ha sido la repera patatera, pero por lo ocurrido, por su fría acogida, por su rácana audiencia. Lo nunca visto.

En temporadas pasadas Águila Roja te hacía con la punta de la pluma más de cuatro o cinco millones de audiencia, con cuotas de pantalla que alcanzaban el 20% o 24%, una barbaridad que se quedó la semana pasada en un flojo 12% de audiencia que habla de catástrofe, de lío en la casa, de pérdida de credibilidad de la marca TVE.

¿Es que antes era un buen producto y ahora ha dejado de serlo? No, Águila Roja es lo que es, una buena serie para echar un rato con sus tramas divertidas, con sus personajes de tebeo. ¿Qué ha pasado, entonces? Lo de siempre. Que a perro flaco todo son pulgas.

El día del regreso, el miércoles, es un día potente en la competencia, con La voz en Telecinco y la cada vez más interesante en su final Sin identidad, en Antena 3. Enfrentar la producción de Globomedia a esos gigantes ese día no es muy acertado, pero tampoco lo sería cualquier otra noche, es decir, hay que buscar otras razones.

No ha perdido fuelle el producto. Ha perdido comba La 1. La cadena pública cerró el mes pasado con un 9,9% de cuota de pantalla, el peor abril de su historia, apenas unos puntos por encima de cadenas jóvenes como Cuatro o La Sexta. Aun así, en la televisión pública lo importante no son los datos de audiencia, lo que ocurre es que si los malos datos de audiencia no tienen que ver con sus productos sino con la marca en sí, lo que hay que revisar es el concepto de televisión pública.