Jorge Coira, director de 'Hierro': "Hasta aquí hemos llegado; no tiene sentido prolongar la serie"
"Aquella primera temporada la guardo en el corazón como, sin duda, el mejor rodaje de mi vida"

Jorge Coira cambia impresiones con Darío Grandinetti, que encarna el papel de Díaz. / E. D.
Sergio Lojendio / Santa Cruz de Tenerife
Regresa a la plataforma de Movistar + la serie 'Hierro', creada por los hermanos Coira, y lo hace este viernes, con dos capítulos que abren una segunda temporada, y a los que seguirán una entrega semanal que, tras el notable éxito cosechado en la primera, se aguarda con expectación. Dos tramas aparentemente ajenas, pero que acaban mezclándose, marcan el ritmo narrativo de una historia que encuentra de nuevo en la isla en su escenario ideal.
-Tras el rotundo éxito de la primera temporada, ¿percibe ya el vértigo del estreno? ¿Siente eso del miedo escénico?
-Sinceramente, no. Lo que sí palpita en mí es una evidente sensación de responsabilidad. También es cierto que en la primera temporada las circunstancias eran distintas, por cuanto nadie esperaba nada concreto de la serie: no había expectativas. Sí notábamos que existía gente que se mostraba algo interesada, pero era un poco por aquello del a ver qué hacen éstos. Cuando estábamos planteando esta segunda temporada, después de vivir por momentos un éxito abrumador, ya teníamos asumido que habrá gente a quien no le guste, que se haya creado sus propias perspectivas. En la primera no las había, pero ahora sí, y, claro, van a compararla con lo que cada cual ha imaginado o guionizado en su mente. Más allá, nuestra pretensión siempre ha sido la de crear algo de lo que nos sentimos profundamente orgullosos y convencidos, que nos parece que vale la pena contar y, sobre todo, que está trabajado desde la honestidad.
-¿De ahí que desde un principio se estableciera una suerte de complicidad, un estrecho y sincero hermanamiento con los habitantes de la Isla?
-Teníamos meridianamente claro que si íbamos a retratar un sitio, lo suyo sería que las gentes del lugar reconocieran aquello como propio, que no se sintieran traicionadas ni con la impresión de haber sido utilizadas o caricaturizadas, sino que lo recibieran con cariño y desde el respeto con el que el todo equipo ha trabajado. Cuando llega el momento de iniciar el rodaje de la segunda temporada y regresamos a la Isla, de inmediato percibimos los rostros cariñosos, los gestos afectuosos y constantes que nos brindaron los herreños como muestra sincera de agradecimiento por aquella primera temporada.
-Y desde entonces, a las dificultades propias del rodaje de una serie se sumó la presencia de un personaje tan molesto como inesperado, el coronavirus, que además no estaba inscrito en el elenco.
-(Ríe) ¡Madre mía! Pero de hecho no sólo fue la incomodidad provocada por el coronavirus, que finalmente no alteró el contenido, porque antes de que llegase la pandemia vivimos un impresionante episodio de calima que nos obligó a detener literalmente el rodaje y un día sin filmar absolutamente nada es realmente algo extraordinario. En este oficio siempre se suceden accidentes; hay imprevistos, como la indisposición de un actor o problemas específicos con una localización, que consiguen superarse enfocando otras tareas y tirando para adelante, pero en mi carrera no recuerdo nunca haberme visto en la situación de quedarme fundido en negro, sin rodar ni un solo plano... ¡Y hasta vivimos nada menos que una plaga de langosta!
-¿Será 'Hierro' una de esas series longevas?
No, hasta aquí llegamos. Cuando empezamos a plantearnos la serie, ya desde un principio establecimos que podía vivir más de una temporada, pero no muchas, a lo sumo entre dos y tres. En su momento hablamos de montar una y que luego ya veríamos. Y fue precisamente al final de la primera cuando surgió la inevitable pregunta: ¿Hacemos otra? Mi hermano Pepe propuso entonces incorporar la trama de una familia enzarzada en problemas por la custodia de los hijos. Nos gustó. Pero no, no tiene mucho sentido prolongar más la serie.
-¿Acaso forzando nuevas temporadas se perdería realismo, esa aliento de verdad?
-Claro. El Hierro es una isla de ritmos muy tranquilos, una sociedad que sólo se ve agitada por un asesinato cada ciertos años, con lo cual consideramos que no podemos estar de repente retorciendo ese argumento de crímenes.
-Y eso que el thriller es un producto que el público asimila bien, ¿no?
-Nos atrae mucho esa idea de jugar con el clasicismo. Por un lado hay elementos muy tradicionales, y creo que somos claramente respetuosos con el género, pero al mismo tiempo también rompemos ciertas reglas. Ya es perceptible en la primera temporada, que comienza de una manera muy académica, pero que en un momento dado gira completamente, se va a otra cosa y todo cambia; deja de ser un quién lo hizo para abordar el misterio. Y en esta segunda también hemos querido jugar con ese recurso.
-Dos líneas narrativas y dos tramas que acaban entrecruzándose. ¿Se enriquece la serie con nuevas situaciones y otros personajes?
-Así es, dos tramas aparentemente muy ajenas la una de la otra, pero que pronto se ve que no lo son tanto, con elementos que evidencian conexiones entre ellas, de tal forma que se acaban convirtiendo en una sola.
-De nuevo la fórmula del 'nordic noir', el paisaje que no sólo es decorado o escenario, sino también metáfora y personaje.
-Totalmente. Pero en el 'noir' en general, ya sea cine, televisión o literatura, se da esa relación con el paisaje y el entorno, tanto en los urbanos, caso de los ambientes de Chicago o los clásicos estadounidenses, como en los del norte de Europa. Pero no sólo eso. Hay ejemplos, como el del director Andrea Camilleri, que fusiona el 'noir' y la comedia en un lugar con tanta fuerza como Sicilia. También el 'noir coreano', que en las últimas décadas se está mostrando muy poderoso y representa una forma excepcional de conocer aquel país... Creo que este género te ofrece la posibilidad de explorar a fondo una sociedad. Igual que a las personas se termina conociéndolas de verdad en los momentos críticos y cuando te enfrentas a un dilema defines a quien sólo reacciona intentando salvar su culo frente a quien busca solucionar el problema común, sin detenerse a buscar culpables. De la misma manera, la violencia y los crímenes retratan a una sociedad y son una manera poderosa y descarnada de analizarnos como colectivo: una radiografía social.
-Candela borda el papel de jueza, una profesional estirada y en ocasiones hasta borde, pero mantiene ese velo que cubre su vida personal, su perfil más íntimo. ¿Es un registro buscado o improvisado?
-Nos interesaba mucho proyectar no sólo el perfil profesional de la jueza Montes, porque ciertamente su personaje se muestra claramente celoso de su intimidad, como si necesitara protegerse ante el mundo para poder seguir adelante, circunstancia que considero se entiende sin necesidad de explicarla demasiado, se percibe de dónde viene con los pocos datos de su biografía. Mantenemos esa cierta distancia y la acompañamos más en lo emocional, en cómo se siente, que en lo cerebral. Queríamos que el personaje llegara al Hierro bajo la condición de castigada, contra su voluntad. Y le dimos vuelta a si desvelar o no las causas de su exilio. Discutimos mucho sobre las razones y llegamos a ciertas conclusiones, pero consideramos que resultaba más sugerente dejar el tema abierto, que cada telespectador compusiera su propia idea. Y esto también supone parte de un retrato social, porque sin descubrir qué fue lo que sucedió, se asume con toda naturalidad que alguien puede ser castigado por hacer bien su trabajo, porque esta jueza no es sospechosa de haber sido injusta o prevaricadora, sino más bien por haberse enfrentado al poder.
-Y Díaz, ese malo, el dulce cínico que encarna Darío Grandinetti, ¿se come la cámara?
-Totalmente. No sólo es un actorazo, sino un ser humano monumental. Trabajar con él es una de las mayores alegrías que he tenido en mi vida. Posee esa fuerza capaz de equilibrar esa sensación entre lo misterioso y la robustez de una voz profunda, que puede generar en los demás impresión de peligro, con un carisma y un encanto espectacular. Nos costó mucho encontrar al actor que encarnara el personaje, porque esos elementos debían estar presentes con mucha fuerza y tras varios meses, de repente surgió Darío y no hubo duda: la mezcla era perfecta. Es curioso, porque este malo nada tiene que ver con lo que es él. Todas las escenas que rodamos junto a su hija Pilar, la actriz canaria Kimberley Tell, destilan encanto, son maravillosas y una pura gozada.
-Pero los llamados secundarios también tienen su particular cuota de protagonismo...
-Desde el principio sostuvimos la idea de que la serie debía ser muy coral, con dos personajes esenciales sobre los que pivota la historia, Candela y Díaz. Pero debían rodearse de un conjunto de personajes que no fuesen mecánicos, que no sólo tuviesen sentido al servicio de la trama, sino con vida propia, de tal manea que cualquiera de ellos pudiera emerger y convertirse en protagonista de su propia historia.
-Como buen montador que es, y de eso da fe un Goya, imagino que le dará importancia al tempo narrativo, ¿verdad?
-Creo que es esencial. Al fin y al cabo, el cine no es más que contar historias a través de la imagen y del tiempo, de forma que la relación de lo que ocurre con ese tiempo representa una clave crucial. Y es atractivo trabajar el ritmo, pensando no tanto en la velocidad de los acontecimientos, sino en la relación armónica entre los distintos tempos. Los hay acelerados, y están presentes en la serie, frente a otros más pausados y suaves, que le permiten al telespectador mirar las cosas de otra manera, con mayor cuidado. Y jugar con eso es algo que siempre me ha seducido. Por ejemplo, en el sexto episodio se vive una parte con un ritmo acelerado que considero una maravilla, pero si funciona así es por haber trabajado antes unos compases más pausados.
-En el fondo, ¿no juega usted al escondite con el público, a crearle ilusiones tal y como haría un mago?
-(Ríe) Eso lo tenemos siempre muy presente en los planes de guión y obviamente en la puesta en escena y el montaje. Efectivamente, igual que sucede con los magos se genera un juego para mí muy atractivo entre narradores y espectadores, que se convierten en cómplice. No se trata de buscar el engaño impunemente, sino con la colaboración de quien está mirando, como el gato y el ratón. Y hay una parte en la que descubro mis cartas, y las muestro de una manera en la que el espectador no mira hacia donde está el truco, sino a otro lado. De esa forma no se produce decepción alguna, porque nunca hubo mentira. Ese juego lo llamaría de engaño solidario.
-¿Considera que la eclosión de las plataformas digitales ha servido para mostrar el enorme talento que hay en este país?
-Diría que sin duda ayudó a ampliar el espectro. En ese sentido tengo la sensación de que nosotros somos un ejemplo más. Tardamos varios años para conseguir levantar esta serie y lo logramos cuando irrumpieron las plataformas y en nuestro caso concreto cuando Movistar empezó a hacer producción propia. Yo ya había dirigido varios episodios sueltos, pero entre Fosco, el productor, mi hermano Pepe y mi mujer Ana, que participa como guionista, habíamos hecho cosas en Galicia pero nada aún a nivel nacional.
-¿Y no le han tirado de las orejas en su tierra, recriminándole que hiciera famosa a la isla de El Hierro y no a Rabade?
-(Ríe) No, al menos hasta ahora nadie nos dijo tal cosa. Quiero pensar que tiene que ver porque en Galicia hemos hecho muchísimas cosas entre cine y series de televisión, y obviamente con la intención de seguir. Me gusta vivir y rodar en mi tierra, pero de la misma manera que viviendo allí necesito salir, viajar y conocer otros lugares, sobre todo para sentir que estoy aprovechando la vida, para rodar me apasiona Galicia, hacerlo en gallego, pero también tengo el firme deseo de hacerlo en otros países y con otros idiomas. Me fascinan las culturas.
-¿El de 'Hierro' ha sido el mejor rodaje de su vida?
-El de la primera temporada, sin duda. Recuerdo que cuando la terminamos celebramos una maravillosa fiesta final en la que dije tener la sensación de que había sido el mejor rodaje de mi vida. Un tiempo después, ya con distancia, me reafirmo. Esta segunda temporada estuvo cerca de serlo, pero la pandemia fue un elemento distorsionador. Disfruté mucho del rodaje, pero en relación con el anterior, apenas mantuve relación con la gente de la Isla. Intentamos encerrarnos en una cierta burbuja, por razones obvias de seguridad.
-¿Y ahora en qué anda metido?
-Pues con un largometraje de ficción, Proyecto Emperador, que tendrá como protagonista a Luis Tosar, y se acerca el momento del rodaje. Es un thriller inspirado en el mundo del espionaje.
-Habrá hablado con el CNI...
-Ya mantuve los primeros contactos con ellos.
- La grave enfermedad que pasa desapercibida y crece cada vez más: 'Me decían que no tenía nada y llegué a pensar que era cáncer
- Un toxicómano intenta degollar a una turista de 23 años en el centro de València
- Sánchez visita sin avisar una empresa afectada por la dana en Riba-roja de Túria
- Relevo en la alcaldía de Paiporta por indisposición de la alcaldesa
- Familia vive su gran día en el MIR tras agotarse el resto de especialidades
- El Reino Unido ratifica la descolonización de las islas Chagos, un territorio que España compara con Gibraltar
- Iberdrola lo confirma: Hoy habrá cortes de luz en estos municipios de Valencia
- La operación de Goldman Sachs/Nuevo Mestalla arruinará al Valencia CF