Servant fue uno de los primeros títulos con los que Apple se zambulló hace un par de años en la producción de series de televisión. No es que su irrupción en el mercado haya inquietado mucho a sus rivales, pero Servant es una de las más seguidas de la nueva plataforma de la manzanita. Poco a poco su legión de seguidores ha ido creciendo y, sin darnos cuenta, se ha convertido en una de las primeras series de la plataforma en alcanzar su renovación para una tercera temporada. Las audiencias de la segunda entrega, recién finalizada, han duplicado a las de la primera, según los datos de Apple. La mezcla de terror y thriller psicológico de media hora de duración ha ido atrapando en su telaraña a sus fans, aunque sigue siendo una de esas joyitas de catálogo que pasan desapercibidas para las grandes audiencias. Algo que, por un lado también es de agradecer, porque en cuanto alguien la pusiera en el mapa, sería objeto del bombardeo de cientos de reseñas con spoilers que fastidiarían los sorprendentes giros de la trama a lo largo de sus episodios. Servant es la serie oculta, no solo porque es uno de esos títulos de culto con menos difusión de la que merecen, sino también porque se adentra en el tema del ocultismo y lo paranormal yendo más allá de La Maldición de Hill House.

El productor es M. Night Shyamalan, aquel cineasta que en su día estaba llamado a ser un nuevo Rey Midas de Hollywood. Una desafortunada acumulación de batacazos en su carrera dejaron su prestigio muy tocado. Algunos todavía asistimos con esperanza a alguno de sus nuevos estrenos a ver si nos sorprende con un giro como el de El Sexto sentido. Un secreto que hoy en día sería muy difícil de mantener. Servant es una serie creada por el guionista británico Tony Basgallop, pero cuenta con algunos episodios dirigidos por el propio Shyamalan. Y por si fuera poco hay otros que ha hecho su hija, Ishana, de 21 años. Su impronta está tan presente en la realización que fácilmente podría considerarse como propia de su universo cinematográfico. La serie transcurre en Filadelfia, como casi todas las películas dirigidas por Shyamalan. Esa casa de infinitas escaleras de madera en las que transcurre la trama bien podría ser aquella en la que un pequeño Haley Joel Osment veía gente muerta.

Servant no recurre a los sustos fáciles, sino que lo suyo es crear atmósferas inquietantes. En ese caserón vive un joven matrimonio que contrata a una niñera para vivir con ellos cuidando de su bebé recién nacido. Desde el primer momento, tenemos muy claro que algo muy inquietante ocurre en torno a ese bebé. Y parte de la gracia está en precisamente ir desentrañando qué es lo que ha pasado y cuál es la historia detrás de ese niño. La familia se ha puesto en la diana de una extraña secta, salida del corazón de la América profunda. Sus miembros son de esa clase de personas que se azotan para alejar cualquier recuerdo placentero y que cuelgan extraños crucifijos de paja en las paredes.

Lauren Ambrose encabeza el reparto de la serie, en su primer gran papel desde que terminara A dos metros bajo tierra. Su personaje es el de una reportera de televisión, Dorothy Turner, cuyos traumas personales están a punto de sumergirla en la locura. Su mirada roza muchas veces el histrionismo, como si hubiera tenido un mal viaje de sustancias alucinógenas tras esa mítica secuencia con la que cerró hace quince años la serie de HBO. Detrás de ese viaje a la locura se esconde un profundo trauma familiar. Su marido, Sean, está interpretado por Toby Kebbel, un chef habitual de los programas de televisión, algo egocéntrico como todos aquellos que intervienen en ese tipo de shows, pero es él quién parece poner el punto de vista de la sensatez ante las situaciones a las que se enfrenta la familia. ¿Es casualidad que el momento en que empieza la trama los dos hayan perdido alguno de los sentidos más básicos para cada uno de sus respectivos trabajos? Ella, la cabeza; él, el sentido del gusto. La serie recupera a otro intérprete que tampoco se prodigaba mucho desde el gran éxito de su carrera, Ruppert Grint, en un papel muy alejado del contrapunto cómico que ponía a la saga de Harry Potter. En esta ocasión encarna, al hermano gruñón de la protagonista y con algún problema de adicción. Pelirrojos al poder. El papel de la inquietante niñera es para Nell Tiger Free, actriz a la que ya vimos en las primeras temporadas de Juego de Tronos haciendo de la princesa Myrcella. Personaje que, por cierto, cambió de intérprete antes de sufrir el destino de muchos de los que pasaron por la saga de George R. R. Martin. Está llamada a tener alguno de los momentos más inquietantes y sabe desprender toda la dosis de misterio que su personaje necesita.

Como muchas de las series que se están estrenando estos meses, la segunda temporada de Servant se rodó en los meses posteriores al confinamiento. Las restricciones sanitarias no se han dejado ver en el argumento, ya que buena parte de la trama transcurre en ese caserón de Filadelfia en cuyas paredes sus personajes parecen haber atravesado un sinfín de tormentos. Muy pocos escenarios ajenos a la casa hemos visto en estos nuevos episodios, que ha servido como una especie de burbuja para los miembros del reparto. Las escenas en exteriores se han solventado mediante la fórmula de videollamadas entre los personajes, un recurso narrativo que se ha vuelto muy habitual en estos tiempos. En la segunda temporada, la trama ha tenido un momento muy de Lost, con la aparición de una cinta de vídeo en sistema Betamax en el que el líder del culto da instrucciones sobre cómo proceder en uno de sus extraños rituales. Casi parecen aquellas viejas filmaciones en Super 8 que los científicos de la Iniciativa Dharma grababan en aquella lejana isla donde desaparecían aviones.

La segunda temporada ha puesto las vidas patas arriba a todos los protagonistas, para, luego en un cliffhanger final, dejar las cosas exactamente como estaban. Hemos vuelto al punto de partida, pero hemos profundizado más en la psique de todos los personajes y comprendido un poco mejor ese extraño culto religioso que pretenden arrebatarles lo que más quieren. Hay quien ha visto en esta nueva entrega como unos episodios de transición, pero lo cierto es que el escenario ha quedado preparado para la gran guerra que se avecina en una futura tercera temporada. ¿Habremos llegado al final?