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'Remake'

Musidora: la vampiresa cuyo espíritu invoca la serie 'Irma Vep' de HBO

Criatura mítica dentro y fuera de la pantalla, fue adorada por los surrealistas y se enamoró en España de un rejoneador

Musidora, la actriz que primero dio vida a 'Irma Vep'.

Suele decirse que las películas componen un arte embrujado, porque cada una de ellas, inevitablemente, funciona como una sesión espiritista: una invocación a las películas del pasado y a quienes las interpretaron. Esa afirmación, por supuesto, es aplicable también a las ficciones televisivas, y lo demuestra a la perfección el diálogo con todo un siglo de cine que mantienen los ocho episodios de 'Irma Vep'. 

Estrenada hace unas semanas en HBO Max, la nueva serie del francés Olivier Assayas no es sino una relectura de la magistral película homónima que él mismo dirigió en 1996 y cuyo asunto era el rodaje de un 'remake' de 'Los vampiros', el célebre serial cinematográfico creado en 1915 por el director pionero Louis Feuillade. Dicho de otro modo: resulta imposible contemplar a Alicia Vikander encarnando al personaje titular de la nueva serie y no ver también tanto a Maggie Cheung, que lo interpretó hace 25 años, como sobre todo a Musidora, la actriz que primero dio vida a 'Irma Vep' –cabeza visible de una organización criminal que siembra el terror en la sociedad parisina–, y la convirtió en una criatura mítica.

Aspecto felino 

Su nombre era Musidora –el verdadero, en realidad, era Jeanne Roques– y, a través del personaje, con el tiempo también ella se ha adentrado en el territorio del mito gracias a sus enormes ojos negros marcados con 'kohl' que contrastaban con la palidez extrema del rostro, y por su silueta moldeada por un ajustado mono y una máscara negros –un 'look' sin precedentes en tiempos de las enaguas y los corsés– que le conferían aspecto felino y la convirtieron inmediatamente en sinónimo de la sensualidad, el peligro, la audacia, el erotismo, la más insolente libertad.

"Su silueta moldeada por un ajustado mono negro -en época de corsés- la convirtieron en sinónimo de sensualidad"

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En cualquier caso, Musidora fue mucho más que 'femme fatale' arquetípica e ideal de fotogenia para un público que aún empezaba a descubrir el poder hipnótico de la imagen cinematográfica; a lo largo de sus 68 años de vida fue también cineasta, productora, cantante, novelista, poeta, dramaturga, periodista, pintora, caricaturista y figura clave en la recuperación del legado del cine mudo francés. Una figura asombrosa. Una artista total.

Empezó a darse a conocer en algunos de los cabarés más populares de París. Es en uno de ellos, el Folies-Bergère, donde Feuillade sucumbió a su magnetismo y la convirtió en su actriz fetiche; en total, ella rodó para él una treintena de las alrededor de 70 películas en las que participó a lo largo de su carrera. En parte gracias a esa sociedad, decimos, el país en su conjunto quedó hechizado por la joven.

"André Breton vio en ella el paradigma de la belleza moderna"

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Aturdida por el horror y la futilidad de la Primera Guerra Mundial, la juventud francesa vio en Irma Vep y el resto de heroínas encarnadas por Musidora una invitación a la rebelión y el desprecio a la muerte. Todos se reconocieron en ella, de la clase trabajadora a los empresarios pasando, por supuesto, por la intelectualidad que los padres del surrealismo abanderaban; André Breton vio en ella el paradigma de la belleza moderna, y Louis Aragon proclamó que, gracias a ella, "los amantes de ahora no somos como los de antes". Posteriormente, ambos le dedicaron 'Le Trésor des Jésuites' (1929), obra teatral en la que los nombres de todos los personajes –Mad Souri, Mario Sud, Doramusi– son anagramas de Musidora.

Rodaje y amor en España

En paralelo, desde 1915, fue construyendo un discurso teórico alrededor del cine, cultivando la crítica y el ensayo en revistas especializadas, y desde 1918 empezó a realizar sus propias películas. Solo dos mujeres antes que ella, Alice Guy y Germaine Dulac, habían logrado hacerse un sitio detrás de la cámara. A causa de la frustración que le generaron sus primeras experiencias, entre ellas dos adaptaciones de textos de su amiga Colette, en diciembre de 1919 creó su propia productora y, al frente de ella, se trasladó a España para rodar tres películas –'Pour Don Carlos' (1921), 'Sol y sombra' (1922) y 'Tierra de los toros' (1924)– que aún hoy sorprenden por su modernidad. Entretanto, Musidora dio rienda suelta a su pasión por la tauromaquia, se enamoró del rejoneador Antonio Cañero, posó para Julio Romero de Torres y llegó a realizar varias giras por el país al frente de un espectáculo de variedades. Su idilio con la Península, sin embargo, acabó de forma abrupta cuando Cañero la abandonó por otra mujer.

"Se trasladó a España para rodar tres películas, se enamoró del rejoneador Antonio Cañero y posó para Julio Romero de Torres"

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De nuevo en Francia, desengañada y arruinada a causa de la escasa repercusión comercial de sus películas españolas, Musidora puso fin a su carrera cinematográfica y se casó con un médico amigo de la infancia –se divorció de él poco después de ser madre–; volvió a actuar sobre los escenarios y se dedicó a escribir novelas, colecciones de poesía y obras de teatro. Y entretanto conoció a Henri Langlois, fundador de la Cinemateca Francesa, junto a quien pasó buena parte de sus últimos años trabajando en la preservación y la documentación del patrimonio fílmico al que ella tanto había contribuido. Es en buena medida gracias a eso que 65 años después de su muerte, como la 'Irma Vep' de Assayas y Vikander deja claro, Musidora sigue viva.

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