Crítica de serie
'Dexter: Resurrección': una serie mítica vuelve (realmente) a la vida
La continuación de 'Dexter: New blood', con Uma Thurman y Peter Dinklage como nuevos ganchos actorales, es la mejor entrega de la franquicia desde 2009

Michael C. Hall (Dexter Morgan) en una imagen promocional de 'Dexter: Resurrección' / SkyShowtime
Juan Manuel Freire
'Dexter: Resurrección'
Creador: Clyde Phillips
Dirección: Marcos Siega, Monica Raymund
Reparto: Michael C. Hall, Uma Thurman, Jack Alcott, David Zayas
País: Estados Unidos
Duración: 45-66 min. (10 episodios)
Año: 2025
Género: Drama criminal
Estreno: 12 de septiembre de 2025 (SkyShowtime)
★★★
El título de la nueva serie sobre Dexter Morgan, el forense y asesino justiciero con el rostro de Michael C. Hall, tiene doble lectura. Por un lado, está la más obvia. Puede que al final de la serie limitada 'New blood' viéramos a nuestro antihéroe sangrando, aparentemente muerto a manos de su propio hijo Harrison (Jack Alcott), pero nadie vino a recoger el cadáver ni asistimos a ningún funeral. Fue el 'showrunner' Clyde Phillips quien resolvió nuestras dudas a través de la prensa. "Dexter está muerto", aclaró con concisión en 'Deadline'. "No le haría eso al público. No sería deshonesto. No hay duda de que este es el final de 'Dexter'. Dexter está muerto".
Pero la muerte es reversible en televisión, como demuestran las antiguas resurrecciones de personajes tan variados como el Bobby Ewing de 'Dallas', el Dan Conner de 'Roseanne' o la Buffy Summers de, así es, 'Buffy, cazavampiros'. Al principio de esta nueva serie, Dexter está vivo. O, para ser precisos, se debate entre la vida y la muerte en un coma durante el que es visitado mentalmente por no uno, ni dos, ni siquiera solo tres fantasmas del pasado, todos ellos con la misión de animarle a seguir viviendo. Lo que más le impulsa a intentarlo es poder hacer las paces de algún modo con Harrison, demostrarle que, además del Pasajero Oscuro, su interior alberga cosas buenas. Cada vez que intenta ser un humano corriente, alguien realmente corriente acaba pagando las consecuencias, pero parece dispuesto a intentarlo.
La segunda lectura del título tiene que ver con el inesperado interés de esta secuela, seguramente la mejor temporada de 'Dexter' desde los días en que el asesino Trinity (John Lithgow) causaba estragos en la vida de nuestro antihéroe; cuarta temporada, la del año 2009, para ser precisos. 'New blood' fue una apuesta sólida, pero 'Resurrección' tiene menos de posdata o corrección tardía (se produjo para, en principio, dar un final mejor a la historia) que de verdadero nuevo arranque.
En un atractivo cambio de escenario, uno que desestabiliza a Dexter y anima la franquicia, la acción se traslada de la ficticia Iron Lake a Nueva York, donde Harrison intenta empezar otra vida y reprimir los impulsos homicidas heredados de su padre. Trabaja como botones en el lujoso (verdadero) Empire Hotel y ayuda como canguro a una atractiva compañera de trabajo (Emilia Suárez) por la que parece sentir cosas. Pero más pronto que tarde ve puesto a prueba su autocontrol. Dexter llega a la ciudad para protegerlo y cubrirle las espaldas, pero se distrae con una oleada de asesinatos de conductores VTC, en parte porque al autor se le conoce como el Pasajero Oscuro; pequeña muesca en su ego.
Como ese nuevo antagonista tenemos al gran Marc Menchaca, el patriarca del clan criminal 'redneck' de los Langmore en 'Ozark'. El rico plantel se completa con Peter Dinklage y la mismísima Uma Thurman como, respectivamente, un multimillonario al frente de una sociedad secreta de asesinos en serie y su expeditiva mano derecha; Kadia Saraf y Dominic Fumusa como los (buenos) policías de la policía de Nueva York que investigan cierto crimen, o los regresados a la franquicia James Remar y David Zayas, es decir, el padre adoptivo de Dexter y el antiguo capitán de policía con sombrero Angel Batista.
Puede que 'Dexter: Resurrección' nunca deje atrás del todo el 'fanservice', pero es sorprendentemente efectiva; una serie casi mejor de lo que tiene derecho a ser. Bien dirigida (en parte por Marcos Siega, quien ya trabajó en la serie madre) y escrita con ingenio (por Phillips o Scott Buck, guionista clave de la mejor época), consigue hacernos creer que no hay historias gastadas, solo historias mal contadas. Además, su carnicería no es del todo gratuita y se tienen en cuenta las repercusiones de la violencia, en un cruce complejo de lo lúdico con lo triste.
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