La estrategia de comunicación y marketing del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Utiel-Requena se ha apoyado en las últimas campañas en los vinos elaborados con la variedad de uva Bobal como elemento diferenciador en un mercado, el del vino, especialmente atomizado -sobre todo en el ámbito internacional- con miles de bodegas de todo el mundo tratando de hacerse un hueco en el mercado. Y no es de extrañar que el colectivo haya puesto el foco en esta variedad de uva autóctona. De las 33.000 hectáreas de viñedo que se cultivan en toda la zona, alrededor de 24.000 corresponden a este varietal, lo que en términos porcentuales se traduce en aproximadamente un 75% (tres de cada cuatro cepas cultivadas).

Apostar por una variedad de uva determinada para poner en valor toda una zona vitivinícola tiene sus 'pros' y sus 'contras'. En el 'debe' cabe contemplar que los esfuerzos realizados en promoción pueden favorecer de manera indirecta a otras zonas productoras de vino, ya que las variedades de uva no entienden de fronteras, y cualquier viticultor puede plantar en su terreno esta uva, siempre que se adapta a las condiciones climáticas y edafológicas. Además, se corre el riesgo de encorsetar una zona que cuenta con una enorme diversidad, con diferentes tipos de vinos producidos a partir de otras variedades de uva que también se adaptan con solvencia al terreno.

Pero la apuesta por la Bobal también trae beneficios. Actualmente se producen magníficos vinos con esta uva, que son valorados y apreciados en 'plazas' reservadas habitualmente a referencias de otras denominaciones de mayor prestigio en el mercado. Hacer bien las cosas desde el origen permite acercarse al consumidor con un producto ajeno a las modas que se basa en la calidad para consolidarse entre las preferencias del público, algo que las bodegas han sabido entender, replanteando sus estrategias comerciales y dotándolas de más medios.

Pero apostar por la Bobal abre las puertas para la sostenibilidad de una comarca del interior de la provincia de Valencia en la que la despoblación comienza a ser evidente. Poner en valor la Bobal hace que aumente el consumo -en los últimos nueve años la venta de vino embotellado con el sello de la DOP Valencia ha crecido alrededor de un 40%- y por extensión -aunque a menor ritmo del esperado- la rentas que los viticultores de la zona reciben por sus cosechas, aún sin alcanzar las cifras que deberían ser justas, pero cada vez más alejadas de los ruinosos precios que se han pagado en otras épocas.