El Valle de Alforins es una de las zonas de mayor valor vitivinícola de toda la Comunitat Valenciana. Ubicado en el triángulo mágico que forman los municipios de Moixent, Fontanars dels Alforins y La Font de la Figuera, este entorno cuenta con cientos de hectáreas que conforman un paisaje único de extraordinaria belleza en cualquier momento del año. 

En ese contexto, muy cerca del poblado íbero de Les Alcusses, se erige uno de los templos del vino valenciano: la bodega Celler del Roure, el hogar donde crecen variedades de uva autóctonas y en el que Pablo Calatayud da rienda suelta a sus sueños por poner en valor vinos que hablan de una tradición vitivinícola milenaria.

Un proyecto ‘puro’

El de Celler del Roure es un proyecto que ha ido evolucionando año tras año para volverse más puro, apostando por un trabajo silencioso en el viñedo -trabajando en la recuperación de variedades de uva típicas de la zona que habían perdido protagonismo por su escaso valor comercial- y recuperando técnicas de vinificación gracias a las viejas dependencias de la antigua bodega fonda, que esconde decenas de tinajas de barro soterradas y antiguos espacios como los viejos ‘cups’, en los que comienza el proceso en muchos de sus vinos.

Celler del Roure trabaja en la recuperación de variedades de uva autóctonas. ED

Después de dos décadas de trabajo y dedicación, Celler del Roure ha configurado una interesante colección de vinos clasificados en tres grupos. 

Vinos clásicos

Así, en el grupo de los vinos ‘clásicos’ figuran dos de las etiquetas más reconocidas de la bodega: los tintos Maduresa y Les Alcusses

El primero lleva casi dos décadas en el mercado y ha ido evolucionando con el paso de las añadas hasta convertirse en un bivarietal de Monastrell y Cariñena criado en barrica de roble; por su parte, Les Alcusses es un tinto hecho con una base principal de Monastrell y pequeños porcentajes de otras castas de óptima adaptación al clima y terruño de la zona. Con una crianza que no supera los seis meses en barrica de roble, está considerado como el ‘hermano pequeño’ de Maduresa.

Vinos antiguos

En la categoría de vinos ‘antiguos’, Pablo Calatayud ha integrado todas aquellas elaboraciones en las que se han recuperado viejas prácticas vitivinícolas, como el empleo de ‘cups’ donde se maceran los racimos o el uso de tinajas de barro para la crianza. 

En esta colección de vinos figuran el blanco plurivarietal Cullerot y los tintos Parotet, Vermell y Safrà, todos con el denominador común de estar elaborados a partir de uvas autóctonas de Terres dels Alforins como la Mandó. A diferencia de los vinos de la gama ‘clásicos’, en los que la paleta aromática se compone de notas frutales y matices propios del roble, en estos vinos impera el carácter frutal envuelto en una agradable sensación mineral. 

Celler del Roure ha recuperado decenas de tinajas de barro soterradas en una antigua ‘bodega fonda’. ED

En este sentido, merece la pena resaltar que Celler del Roure cuenta con una antigua ‘bodega fonda’ donde se han recuperado decenas de tinajas de barro soterradas que el equipo de Pablo Calatayud ha ido rehabilitando estos últimos años para poder elaborar en ellos. 

Homenaje a las mujeres de la familia Calatayud

Por último, ‘Les filles d’Amalia’ configura una línea de vinos que representa un homenaje a las mujeres que forman parte de la familia Calatayud y que se argumenta principalmente en la variedad de uva Mandó

La gama incluye en la actualidad dos referencias diferentes: por una parte, destaca el rosado Les Prunes, un vino hecho a partir de uvas de la variedad autóctona Mandó que se vinifican como si se fuese a elaborar un vino blanco y cuyo resultado es un rosado de aspecto pálido y delicado, con intensos aromas de fruta roja (ciruelas y cerezas) y una sorprendente sensación de frescor en boca. Un ‘blanc de Mandó’, como lo define el propio Calatayud, que marca un nuevo estilo, mucho más cosmopolita, para los vinos rosados; por otra parte ‘Les Danses’ es también un rosado de Mandó, pero en este caso elaborado bajo el método ancestral de vinos espumosos que contempla una única fermentación en botella.

La Noche del Vino de la DOP Valencia será, un año más, el mejor escenario para descubrir unos vinos que hablan de tradición y terruño, pero también de compromiso y paisaje mediterráneo.