Valencia repetirá como subsede olímpica de vela en la candidatura de Madrid 2020, después del intento de la capital de España por acoger los Juegos de 2016. Pero su proyecto de infraestructuras es un boceto que está por definirse. Poco o nada tendrá que ver con el fastuoso bosquejo que preparaba la ciudad para las Olimpiadas que se celebrarán, finalmente, en Rio de Janeiro de aquí a cuatro años. Tampoco le hacía falta, opinan en el entorno del ayuntamiento. Con más motivo que nunca, la ciudad aprovechará las instalaciones que albergaron la Copa del América en 2007 y 2010, un motivo que Madrid siempre ha considerado clave para confiar en Valencia, cuyo único precedente olímpico se remonta a Barcelona´92, cuando acogió partidos de fútbol.

La candidatura de Valencia como subsede olímpica de vela para el proyecto de Madrid 2016 ofrecía la construcción de amarres artificiales sobre el agua dentro de un complejo que se dio en llamar «archipiélago de las naciones». Aunque el 80 por ciento de las infraestructuras necesarias ya se encuentran construidas, la candidatura valenciana presentaba entonces dos nuevas actuaciones que marcaban la diferencia: La creación del Centro de Regatas, un espacio que, a la larga, se convertiría también en Academia Nacional de Vela, y el conjunto de 16 islas flotantes en la Marina Sur el punto más vistoso del boceto, ideado en una coyuntura económica muy distinta a la actual.

Aquel diseño ha quedado ahora guardado en un cajón. La austeridad económica no permite poner en marcha una infraestructura que Valencia no necesita. La candidatura olímpica de Madrid 2020 presentó un dossier con el criterio de «rentabilizar al máximo las infraestructuras deportivas», tanto de la región como de la subsedes que se utilizarían fuera de ésta. En el apartado de prioridades figura también la conexión con las lineas de alta velocidad, otro punto a favor para Valencia. Con respecto a 2016, se incorporarían Valladolid y Zaragoza para acoger encuentros de fútbol, en detrimento de Palma de Mallorca y Mérida.

En el caso de Valencia, hay que actualizar las exigencias del COI y de la Federación Internacional de Vela. De estos organismos dependen cuestiones básicas cómo el número de disciplinas o los deportistas que se alojarán en la Villa Olímpica. La primera incógnita ya está resuelta, después de conocer que la ciudad albergaría once clases olímpicas, por las diez del intento de 2016. Pero los cambios principales se producen por la obligada política de austeridad exigida por la grave crisis financiera. La organización de Madrid 2020 encuentra una gran alternativa económica para la vela en Valencia, puesto que la Copa del América dejó a la ciudad preparada para recibir grandes eventos naúticos. Casi todas las infraestructuras ya están concluidas. El esfuerzo inversor, es menor que el que habría requerido, por ejemplo, un cambio de subsede. Y a Valencia le viene de perlas para rentabilizar un espacio que quedó vacío de contenido tras la marcha de la Copa América.

Falta por determinar el emplazamiento de la Villa Olímpica. Antes se barajaban tres opciones: el hotel Las Arenas, un barco flotante o un edificio de nueva planta. El primero es, ahora, el candidato idóneo para recibir a los regatistas. Para elaborar todo el plan de la candidatura de 2016, el concejal de deportes de Valencia, Cristóbal Grau, explicó que la ciudad «forma equipo con Madrid y nos ponemos a su disposición por lo que la candidatura es totalmente flexible».

El consenso político es otro de los motivos que permitirán a Valencia repetir como subsede en el desafío olímpico español de 2020. El COI valora mucho este aspecto y Valencia también cumple las exigencias en este apartado, ya que su propuesta fue aprobada en su día sin voces discordantes.

El partido de la vela ha sido ganado, de nuevo, por Valencia frente a Palma de Mallorca, que fue la elegida para la candidatura que Madrid ya presentó en 2012. La experiencia la Copa de América le deja sin competidores.