Hace sólo cuatro años, un joven cubano de 21 años afrontaba los Juegos Olímpicos de Londres con la mayor de las ilusiones. Conseguir colgarse una medalla era una utopía, pero esos Juegos servirían para ver cuál era realmente su capacidad y donde estaba su límite. En aquella ocasión quedó sexto, por detrás de, entre otros, Dayron Robles, uno de sus ídolos. No obstante, las puertas de un brillante futuro se abrían delante de Orlando.

No obstante su meteórico ascens0 se truncó. En 2013, la federación cubana sancionó al velocista por negarse a competir en el Mundial de Moscú. La sanción solo duró 6 meses y terminó justo antes de que este evento se celebrase. Orlando finalmente compitió en esta prueba pero la decisión de abandonar Cuba ya estaba tomada.

Esto le dejó en una situación muy delicada. El corredor estaba en tierra de nadie. Fue entonces cuando entró en juego Ontinyent, y más particularmente el CAVA. El club de atletismo de la Vall d´Albaida, mediante Alexis Sánchez, un entrenador cubano del club, comunicó al presidente la situación de Orlando. «Me dijeron que había un chico cubano con mucho potencial que lo estaba pasando muy mal y desde el club decidimos ayudarle sin esperar nada a cambio. Ya lleva tres años aquí», asegura Andreu Gramage, presidente de la entidad.

«Nada más conocer a Orlando supimos que era nuestro hombre. Representaba a la perfección los valores del club. Además, nos pareció un acto muy solidario ayudarle en un momento tan delicado». Desde este momento, Orlando se puso un objetivo entre ceja y ceja: los Juegos de Río.

Los más allegados al atleta aseguran que es muy ambicioso y que si Orlando se pone una meta, tiene que cumplirla. «Entrenaba aunque diluviase. En situaciones adversas se siente como pez en el agua. La ambición corre por sus venas», afirma Gramage.

Puede que esta frase sea literal, ya que el cubano viene de una familia de deportistas. Su abuela, a quién dedicó la medalla de plata en Río, fue velocista y medallista en los Juegos Panamericanos. Desde bien joven, Orlando tenía muy claro que queria triunfar.

Todo este empeño le llevó a acabar la temporada pasada con la mejor marca del año (12,94) o a conseguir la mejor marca lograda por un representante español en los 110 m vallas (13,04).

Tras estos éxitos, las apuestas eran favorables a Orlando, y un buen resultado olímpico parecía posible.

En abril abandonó Ontinyent en dirección a Madrid para instalarse en la residencia Blume, con el objetivo de preparar la cita olímpica. En este emplazamiento siguió entrenando intensamente, sin tener aún el consentimiento del COI para competir bajo otra nacionalidad. El 29 de julio, día de su cumpleaños, se le comunicó la noticia.

Este verano recibió el pasaporte español y lo estrenó con una plusmarca nacional 13.04 segundos en Mónaco el 15 de julio.

El resto es historia, en la madrugada de ayer, Orlando Ortega se alzó con la medalla de plata en la prueba de 110 m vallas.

Orlando ha escrito la primera página de lo que parece ser una larga historia. «Sabemos que Orlando no se va a conformar con esto. Lo próximo será el oro y después el récord olímpico», dice Gramage.