­El último día de competición en Río fue una apoteosis de medallas con dos platas (en baloncesto masculino y en gimnasia rítmica femenina) y un bronce (el del ciclista de BTT Carlos Coloma) que se sumaban al histórico oro conseguido horas antes por Ruth Beitia en salto de altura. Con ellas España igualaba los 17 metales conseguidos hace cuatro años en Londres, aunque en esta ocasión los siete oros encumbraban a la delegación española al decimocuarto del medallero por el 21º con que se acabó en la cita de la capital inglesa.

Y de esos oros, cuatro han sido para unas mujeres que, como ya pasó en Londres (11 femeninas y 6 masculinas), vuelven a conseguir más medallas que ellos (9 por 8) y eso a pesar de que representaban el 47% de la presencia española. Eso sí, este era el mayor porcentaje de la historia y el que más se acercaba a una paridad que tal vez se logre en Tokio, 2020.

De menos a más

La delegación española empezó los Juegos Olímpicos con una gran alegría. Fue gracias a un impresionante oro de la nadadora Mirea Belmonte en los 200 metros mariposa que significaba todo un augurio a lo que llegaría más tarde. Pocos después, la catalana se metía en el olimpo histórico español con su bronce en los 400 metros estilos, logrando así cuatro medallas olímpicas.

En esos días iniciales había muchas esperanzas puestas en la armada española de tenis. Allí, sobre las pistas brasileñas, se daban cita Nadal, Ferrer, Muguruza, Carla Suárez... Al final, solo se logró una medalla, pero fue un pletórico oro de una pareja de amigos de toda la vida como son Rafa Nadal y Marc López.

Pero el agua, que marcó la ceremonia de apertura, estaba empeñada en dar más alegrías. Y desde allí llegó otro oro de esos que gusta ver en los Juegos. De un deporte emergente, que no minoritario, como es el piragüismo. La vasca Maialen Chourraut bajaba como nadie las aguas bravas en el k1, y lograba un oro para mejorar su bronce en Londres. No sería la última alegría sobre una piragua. No, porque ya en la última semana de competición Marcus Cooper hacía sonar una vez más el himno y luego le emulaba la pareja formada por Saúl Craviotto y Cristian Toro. Tres oros para una disciplina que aún sumaría otro metal, el bronce del propio Craviotto, y que es ya la que más satisfacciones ha dado en la historia de los Juegos con 16, dos más que el atletismo. Precisamente los atletas se marcharon de Río acabando con 12 años sin medallas, gracias a la plata de Orlando Ortega, y al oro de Ruth Beitia en la madrugada del domingo.

No hubo tanta suerte en la vela, otra disciplina histórica, pero que se marchó de vacío.

Estos Juegos han significado medallas en disciplinas hasta ahora inéditas. Entre ellas destaca el oro de Carolina Marín en bádminton, la primera no asiática en conseguirlo. O la plata de la selección femenina de baloncesto, que nunca había llegado ni a semifinales y que, unido al bronce de los chicos, hacen que por primera vez una disciplina de equipos suba al podio en hombres y mujeres. También fue una gran noticia el bronce de Lidia Valentín en halterofilia que pone este deporte tan exigente en el mapa. Sin olvidar otro deporte con gran tradición en España como el taekwondo, que ha dado dos medallas, la plata de Eva Calvo y el bronce de Joel González, así como el ciclismo BTT de Carlos Coloma, que cerraba el botín español.