En las últimas tardes del verano, ya cada uno en su sitio, dar un paseo por las viejas calles de la ciudad quizá nos pueda ayudar a sobrellevar mejor el tan cacareado, ahora, síndrome posvacacional. Os invito a visitar el Museo de la Ciudad, instalado en el antiguo palacio del Marqués de Campo en la plaza del Arzobispo de Valencia.

Dejamos a un lado las magníficas pinturas clásicas, como las más recientes de los pensionados por el ayuntamiento. En esta ocasión, vamos a recrearnos en la curiosa colección de pesas y medidas, sorpresa para mí, ya que hace algún tiempo que no he frecuentado este museo. Antiguas romanas, balanzas de hierro de todos los tamaños, para pesar cosechas. Útiles como barcelles, cafisos, armuts, mig-armut y otros, para medir el trigo, la harina y otros frutos del campo, por nuestros pueblos. En total, 1.039 objetos, además de numerosos libros sobre el tema, cedidos al Ayuntamiento de Valencia, en 1981, por Juan Antonio Gómez Trénor. Interesante y bien presentada colección en los nuevos espacios museísticos no ha mucho edificados. Aunque, según persona muy autorizada opina que estas colecciones estarían mejor integradas en el Museo Etnológico, también del ayuntamiento.

Continuamos nuestro paseo y pasamos ante el magnífico palacio de los Almirantes de Aragón, sin detenernos, para buscar en una estrecha calleja los atractivos pero ignorados Baños del Almirante, llamados también árabes por su aspecto, pese a que fueron levantados en 1313 por el noble Pere de Vilarrasa cuando la ciudad hacía años que era cristiana en tiempos de Jaime II. El inmueble continuó durante varias centurias funcionando como baños públicos, hasta 1960.

En el siglo XIX se realizaron considerables reformas, se colocaron cabinas y pilas individuales, se oculta el aspecto del edificio decorándolo al estilo oriental.

Yeserías, cerámica alicatada y otros motivos que recuerdan a la Alhambra, muy conforme a la mentalidad de esta época romántica. De esta decoración neoárabe sólo se conserva la puerta de entrada. Hacia 1985, la Generalitat adquiere el monumento y emprende una digna restauración. Hoy se pueden contemplar los baños tal como salieron de sus artífices musulmanes. Es decir sala de descanso o vestíbulo, y tres estancias con sugestivos lucernarios en las bóvedas por donde entra la luz solar.

Las tres estancias corresponden a una sala fría, otra templada y, finalmente, otra caliente. Las etapas clásicas de los baños romanos, después asimilados por los musulmanes, siendo asumidos por los cristianos más tarde. Es interesante detenerse en el lugar de las calderas que calentaban el agua. La ambientación bastante lograda, con sus cubos, ungüentos, toallas de otra época, hacen al visita más atractiva