Cuando el PP llegó al Gobierno autonómico en el año 95, entendió muy bien el significado de la rentabilidad de la cultura, pero no de la forma deseada, sino que, a partir de entonces, la calculadora se puso en marcha y muchos colaboradores afines encontraron en el amor al arte el mayor ingreso económico de sus vidas.

Esta apropiación indebida la ha sufrido desde hace 10 años el IVAM, que ha pasado de ser uno de los buques insignia del arte moderno internacional a decaer y vivir un declive constante por la ineficaz y manirrota gestión de sus directores.

Una de las figuras más apasionantes de estos tiempo ha sido Kosme de Barañano, en torno al cual circulan secretos a voces que debería algún conseller afirmar o desmentir.

¿Es cierto que el Sr. Barañano mientras fue director del IVAM tenía un sueldo de 48 millones de pesetas anuales, entre honorarios, desplazamientos y dietas? Si era tan bueno, ¿por qué fue despedido por el anterior conseller González Pons? Ahora se dedica a ser comisario de exposiciones del IVAM (de donde fue director), a razón de 30.000 euros por exposición; ¿es cierto que este dinero es para ajustar su despido e indemnización?

Eso sí, no tuvo reparos el magnífico exdirector del IVAM en colaborar de forma simultánea (¿y con remuneración?) con otras entidades como la Fundación BBK, la fundación Bancaja o la galería Marlborough de Madrid. Y cuando le dieron la patada, como el PP es agradecido, le reservó una plaza en la facultad de Bellas Artes de Altea, además de las exposiciones a 30.000 euros cada una.

Tampoco le va mal, en cuanto a rentabilidad de la cultura, a la actual Directora del Ivam, Consuelo Ciscar. ¿Es cierto -como se comenta por lo bajo- que, ocupando un rango inferior a la Secretaria Autonómica de Cultura, cobra más que ésta, o que su contrato es de los que se califican de blindados? ¿Por qué fue despedida como Secretaria Autonómica de Cultura y nombrada para sustituir a Kosme de Barañano, al frente del Ivam? ¿Es cierto que el aumento de sus emolumentos lo fue para ajustar su despido o indemnización por traspaso?

¡Y es que la cultura sí es rentable para algunos!

Mientras tanto, el IVAM ha ido perdiendo brillo y prestigio internacional; ha perdido interés para nuestros artistas valencianos; han descendido las exposiciones de producción propia, reduciéndose a la mitad porque era más importante, según su anterior director, «valorar la calidad que la cantidad»; y la relación establecida con los grandes museos (el MoMA, el Whitney, el Pompidou, el Picasso de París, el Witte de Witt y un lago etcétera) desapareció y se sustituyó por una política de relación con galerías comerciales internacionales. ¿A quién benefició este cambio de relaciones? Nunca al IVAM.

Las reformas han llegado también a otros departamentos del IVAM: por ejemplo, se desvirtuó el de publicaciones para encargar trabajos más caros y a dedo; se eliminó la revista Kalias para hacer los Cuadernos del Ivam, (¡a todo lujo, oropel y papel couché) donde la todopoderosa Consuelo Císcar figura como editora. Nunca se dio una explicación ni técnica-artística ni política a tales chapuzas. Ni nadie del PP se ha responsabilizado de ellas. Ni nadie ha explicado el coste de cada número de esta nueva revista.

Nadie da tampoco la cara sobre el proyecto de la ampliación del IVAM que, tras el devengo de rentables honorarios para muchos, ha quedado en el cajón, y los afectados por las expropiaciones siguen esperando una solución. ¿Alguien ha dado una explicación creíble de lo que está pasando?

El próximo mes de noviembre disfrutaremos de la exposición La mar de arte, cuyo comisario es Kosme de Barañano, exdirector del IVAM, y que acompañará a esta desbordante pasión por la hidrología que últimamente nos ahoga, bajo los eventos de la Bienal (ex Bienal de Consuelo) y el agua, así como a las exposiciones Fuentes y Mare Nostrum, comisariadas por la actual directora del IVAM Consuelo Císcar.

Algún día, veremos expuestos también los retratos de todos los que han obtenido una más que notable rentabilidad cultural y que bien podría llamarse: «la mar de rostro».