Cada vez es más evidente que al frente de nuestras instituciones, locales o autonómicas, hay demasiada ignorancia o corrupción. Con la esperanza que sea lo primero quisiera hacer llegar una reflexión acerca del enorme estupor que las actuaciones promovidas desde aquí están causando en Bruselas y en Madrid y tratar de exponer un ejemplo que alcanza el nivel de paradigma.

El Puerto de Valencia está situado al sur de la ciudad y su acceso hacia el norte es obviamente importante; éste puede conseguirse por dos recorridos, uno más largo rodeando la ciudad por el interior de la provincia, lo que lleva a plantearse un segundo bypass y una línea ferroviaria alejada de la costa y otro consistente en aceptar el llamado acceso norte, un túnel que saliendo del puerto acceda a algún punto fuera de la ciudad camino del Puerto de Sagunt y del hasta ahora llamado eje mediterráneo. Aunque el abajo firmante tenga sus valoraciones sobre cada opción, esto ahora importa poco, ya que lo sangrante es que tanto una como otra solución, con sus ventajas e inconvenientes, son cada vez más inviables, con la sucesión de decisiones tomadas por los distintos ayuntamientos y que han sido bendecidas por las conselleries del señor. Blasco y del señor García Antón.

Supongan por un momento que la solución fuera el túnel del acceso norte y observen el grado de coherencia de las decisiones tomadas por los responsables municipales: Rita Barberá aceptaba que el puerto tuviera y tenga un nuevo canal que conecta la dársena interior con la playa de la Malvarrosa para uso de regatistas y de paso que el puente colgante que el Puerto acababa construir pasara a ser un monumento a la estupidez humana. Consecuencia para nuestro ejemplo: este túnel deberá hacerse a una profundidad mucho mayor ante la existencia de este brazo de mar. Mientras, al otro lado del mismo, el alcalde de Alboraia impulsa una urbanización de 400.000 metros cuadrados, con apartamentos y hoteles. Con ello la longitud del citado túnel empieza a tomar una longitud que lo hace absolutamente inviable. Puedo afirmar que en los números de los proyectos de los alcaldes no se ha tenido en cuenta este supuesto acceso norte del puerto, como tampoco el acceso de viajeros que desde la supuesta nueva estación del Parque Central quieran ir en dirección Castellón y Barcelona. O hay marina o hay ferrocarril, las dos cosas no pueden ser con presupuestos realistas.

Supongamos ahora que la decisión de acceder al norte fuera la segunda, esto es, dando la vuelta por el interior. Algo así, como si mercancías y viajeros, en camino o en tren, salieran desde el sur de la ciudad en superficie tratando de llegar aproximadamente hasta la altura de Sagunt para allí empalmar con la red ferroviaria o de carreteras. Los que saben más que yo y han revisado los papeles de los PAI, algunos tan lustrosos como el de Porxinos o el que ha de dotar a Llíria de un campo de golf, coinciden en que todo se ha hecho como si ninguna vía de larga distancia, sea carretera o ferrocarril, fuera a atravesar aquellos maravillosos parajes. La ignorancia, o lo que sea, de la conselleria de Blasco, el silencio de la conselleria de Transportes, hacen que si vas poniendo en un mapa un PAI a continuación de otro, se dibuja un estrangulamiento inasumible del área metropolitana de Valencia, que tiene tejido a su alrededor un puzle de urbanizaciones que hacen prácticamente imposible que una red de transporte medianamente eficiente, pueda soportar que lo que viene desde Alicante pueda seguir camino hacía Castellón. ¡Este no es un problema del ayuntamiento! dicen los alcaldes, mientras la Generalitat calla.

Izquierda y derecha deben ponerse en la cabeza que en muy pocos años, autopistas de peaje aparte, en esta tierra hemos hecho algo vergonzoso que no nos perdonarán las nuevas generaciones: hacer inviable el Eje del Mediterráneo. La salida al exterior de la Comunitat Valenciana, la han dictado, Ha. a Ha., PAI a PAI, promotores que no defienden intereses públicos, gracias a decisiones tomadas por ayuntamientos democráticos y bendecidas por las conselleries involucradas.

El futuro de la Comunidad Valenciana, con todos los desmanes llevados a cabo a lo largo de dos lustros, está ya desgraciadamente determinado en buena parte. En consecuencia no hay tiempo que perder para salvar lo que sea salvable.

Señor Pla, exija todas las responsabilidades; señor Blasco pare inmediatamente todo lo que está haciendo; señor Camps entérese de lo que esta pasando en la Comunidad que gobierna; y sociedad civil valenciana, reaccionemos, por favor.