Querido Salva, no nos rendimos. Vamos a seguir reclamando por la vía que proceda el reconocimiento federativo de la Copa de la España Libre conquistada por el Levante en 1937. El club dice que nos va a apoyar, políticos como Isaura Navarro y Mercedes Caballero, también». Son palabras de Xavier Rius, indomable presidente de la Penya Tòtil de Picanya.

«No hay derecho, Salva. El Parlamento aprobó la legalidad de la Copa de 1937 y ahora la Federación de Villar la rechaza sin un solo voto a favor. Ni siquiera el de los representantes valencianos en la votación. Y es que te lo he comentado muchas veces. A Vicente Muñoz, presidente de la Federación Valenciana de fútbol, parece sobrarle el Levante. Da la sensación de que brindaría con champagne si desapareciéramos». Son palabras de Miguel Aparicio, ex directivo levantinista.

«Si aquella final de Copa de 1937 la hubiera ganado el Valencia y estuviera reconocida por el Parlamento no se habrían atrevido Villar y sus lacayos a rechazarla. Seguro que no». Es una opinión nuestra que expresamos mientras nos sentimos hartos de tanta hipocresía y falsa germanor. Porque nos duele saber que no hubo ni un solo voto valenciano en la Federación Española a favor del reconocimiento de la Copa de 1937 para el Levante. Irritados por esta cuestión revivimos viejos tiempos en los setenta cuando el presidente levantinista Manuel Grau recusó al Colegio Valenciano de Árbitros por las decisiones desfavorables al Levante de sus colegiados en casi todos los partidos. «Me siento maltratado en mi tierra», nos dijo entonces. «Igual que los granotas de hoy en día, igual», pensamos. Aunque no montemos un clamor popular, aunque sólo escuchemos voces aisladas de protesta, como las de Rius y Aparicio. Y aunque se calle el director general Quico Catalán, tragándose en silencio su decepción.