No se ha avanzado nada en la trasparencia sobre el coste que supone para el erario valenciano la celebración del Gran Premio de Europa de la Fórmula 1 en Valencia. En el primer año se dio por hecho que el canon se elevaba a 26 millones cada una de las siete ediciones a que se comprometían y los organizadores, Valmor Sports, no lo desmintieron. En la segunda edición, la del pasado fin de semana, la empresa a la que el Consell encargó la preparación de la carrera cifró en 18 millones el canon anual cuando se trataba de convencer al magnate británico, Bernie Ecclestone, de que debía rebajar la cantidad, llamada «fee» en el argot, por las consecuencias de la crisis, la rebaja en el número de equipos, las medidas de ahorro que se aplicaban en el circo de la Fórmula 1, etc.

Ni antes, ni ahora se va a saber a cuánto asciende el canon: antes porque quien organizaba la competición era una empresa privada —elegidos sus integrantes por el Consell de Francisco Camps— y por tanto no tenía que dar cuenta de estas cifras y ahora, después de que el Consell asuma el papel de copatrocinador, se esgrime el argumento de que el contrato con Ecclestone está regido por una cláusula de confidencialidad que protege esas aportaciones, que ya importan a los presupuestos generales de la Generalitat Valenciana, y «que —según dijo Vicente Rambla— pueden ser conocidas por las autoridades que correspondan en el momento que se demanden», lo cual viene a asegurar, como ya dice la experiencia, su oscuridad.