Para hacerse visible, no hay nada como aliarse con el PP. Podía Enric Morera cantar misa en las Corts, repartir indecentemente un numerito de lotería, machacar al Consell o redefinir por enésima vez su posición, o la de su grupo, en el orden mundial. Nada. No salía en los papeles. En cambio, ha planteado librarnos, a los valencianos y a los franceses del Magreb, del humillante peaje de la autopista a fuerza de matrimoniarse con el PP y su efigie aún perdura, como la de una vedette, en el firmamento estelar de las noticias periodísticas (no todas las noticias son «periodísticas»: el anterior director de la orquesta de Valencia, Gómez Martínez, descubrió en una partitura de ¿Beethoven? un error de transcripción: una nota sostenida por una natural. Durante centurias las orquestas del mundo «falsearon» la intención del maestro de Bonn. El hallazgo era enorme. La «noticia» ni siquiera salió al mercado. ¿Para qué?) La gasolina sobre Morera la ha atizado la «izquierda perfecta», que casi lo quema vivo. ¿A quien se le ocurre pactar con el PP, aunque sea por el «bien» de los valencianos? ¿O no es un «bien» liberarnos del pago de la AP-7, eliminando el impuesto revolucionario que prorrogó Aznar y que parió Zaplana? El PP se ha arrepentido. Es cosa cristiana perdonar y arrepentirse. Bienvenido sea, porque llevamos años abonando euros por una carretera que perdió hace casi un lustro su vigencia recaudatoria. Zaplana decidió posponer el contrato de la concesionaria hasta 2019 y resulta que finalizaba en 2006. Meses y leguas de desembolsos bastardos. Los valencianos al borde del síncope y la «izquierda perfecta» culpando a Morera por intentar devolvernos, no el dinero, que no puede, sino un futuro despojado de desembolsos extra. En lugar de arremeter contra el PP, por su incoherencia descarada y por instrumentalizar su metedura de pata aprovechando que ZP anda por el Gobierno, cargan contra Morera por «desviarse» del canon bíblico. Es decir, del catecismo. Hubo una izquierda que persiguió a los «desviacionistas». No hace muchos años. Aún perduran sus secuelas. Morera, si se lo permite Iniciativa, que no, ha de buscar los equilibrios centristas y radicalizarse ante Madrid. Es su espacio. Sobre ese territorio Pere Mayor conquistó sus márgenes electorales más elevados. La desconfianza ante los grandes partidos permite un hueco, en el que ha de operar el Bloc, si Oltra y los/las demás logran impugnar la inercia de la marginalidad. Por el momento, Morerar ha obtenido un gran éxito estos días: el PSOE le critica, la izquierda exquisita le condena y la pseudoizquierda lamenta con melancolía un viraje inexistente. Mayor triunfo, imposible.

Porque lo cierto, dejémonos de historias, es que a Madrid se va gratis y a Gandia o Alicante, no. O sí, pero te has de pasar media vida al volante. Al PSPV le ha de dar igual, porque pasa. Como la autopista no conduce al Cabanyal, que ya sería el colmo, no ha emitido ni un suspiro, ni siquiera un sollozo. La dispersión, como se sabe, es mala en sí misma. Además, resulta comprensible: gobiernan ellos. Y democratizar la AP-7, tras la iniquidad cometida por Zaplana, ha de tener un coste inmenso para las arcas, lo que hace el asunto inviable. Hablamos de humo, pues. Ahora bien, ¿se pescan más votos azuzando a Morera que reclamando justicia ante un hecho injusto? ¿No pierde jirones de tolerancia –uno de sus patrimonios– la «izquierda perfecta» atacando con saña el «extravío» del Bloc? Morera sale ganando. Por esa autopista, según los últimos datos, va bien.

jcivera@epi.es