Los artistas pueden ser individualistas o no; tener preocupaciones, políticas o poéticas y utilizar sofisticadas tecnologías o la técnica más clásica; pueden querer vender su obra o producir conocimiento inmaterial… Da igual, en el ejercicio de su labor van a encontrarse con problemas comunes que se derivan de la consideración social, legal o laboral de su profesión. Es decir, de factores ajenos al proceso creativo. De ahí que, en los más diversos ámbitos de la creación y contextos conceptuales, históricos o geográficos existan prácticas sociales corporativas destinadas a defender y mejorar su situación profesional. Porque la articulación pública de una demanda social es la única manera de mejorar de terminadas condiciones laborales. De modo que el asociacionismo no entra en contradicción con el valor de la individualidad, es al contrarío, una contribución imprescindible para el ejercicio libre de la subjetividad creativa.

Un artista, en su trabajo –produciendo objetos de valor o generando servicios– realiza una actividad económica, que conlleva una serie de derechos y de obligaciones fiscales, tributarias y de seguridad social. Pero a menudo en el sector del arte, incluso entre los propios artistas, no se asumen las condiciones de autor y profesional ignorando derechos y obligaciones. La idea de que la satisfacción de una vocación es recompensa suficiente, la esperanza de que algún día el mercado premiará esa abnegación y la falta de formación en los ámbitos legales y fiscales de la profesión, suelen ser los pilares en los que se asienta una renuncia que determina unas condiciones generales de precariedad laboral.

Así es habitual la excusa de la promoción del artista para negarle una retribución que no se le rehusa a ningún otro profesional. Hay quien censura obras retirándolas de una exposición sin el consentimiento del autor o las modifica sin su autorización para intentar facilitar su posible venta. Es frecuente la ausencia de contratos por escrito cuando un artista recibe un encargo para realizar un trabajo, cede obra para una exposición o llega aun acuerdo para ser representado por una galería. Pero no solo la reivindicación de la remuneración por el trabajo realizado (ya sea mediante la venta de su obra o el pago de sus servicios) o las cuestiones fiscales, laborales, contractuales o de derecho, son el objetivo de AVVAC Artistes Visuals de València, Alacant i Castelló. AVVAC trabaja también para que las artes visuales contemporáneas estén en todos los niveles educativos; en el apoyo a los procesos de formación, investigación y producción; o en el reconocimiento del derecho de los artistas, como expertos en arte, a la participación en la gestión cultural.

Joan Verdú, criticando las asociaciones de artistas, decía en este periódico que, siguiendo la doctrina marxista nunca se apuntaría a un club que lo admitiera como socio. En AVVAC apreciamos el humor de Joan Verdú y estaríamos encantados de que aceptara, siguiendo esa lógica, nuestro carnet de «socio de honor» para que sea miembro honorífico de un club que no le interesa.

Vicepresidente de Artistes Visuals de València, Alacant i Castelló (AVVAC)