La zozobra ha situado en primera línea a Josep Antoni Duran Lleida, político catalán de un partido nacionalista que ha tenido como gran aspiración en su vida ser ministro en Madrid y que ahora, más que nunca, pretende emular a Francesc Cambó. El otro día en el Parlamento aprovechó el resquicio dejado por el PP para simular un ejercicio de responsabilidad patriótica con un discurso aparentemente bien articulado sobre las necesidades cruciales de España. La supuesta cordura en su actuación fue bendecida por las encuestas, sin ser estratégicamente menos oportunista que la de Rajoy, el hombre que ha elegido sentarse a ver pasar por delante el cadáver del adversario. Por necesidades del guión, el líder de Unió Democràtica de Catalunya apuntaló el cadáver del presidente del Gobierno, después de un enérgico discurso que inducía a pensar precisamente en la necesidad de deshacerse de él a toda costa.

Pese al fulgor de las encuestas, hay quien sostiene que la cordura o el seny del líder de Unió Democràtica de Catalunya responde a razones partidistas y personales. La celebrada actitud de responsabilidad presenta, además, algunas serias contradicciones. A Duran no le interesa un adelanto de las elecciones generales; primero hay que ganar las catalanas. Sí, en cambio, se ha mostrado partidario de una moción de censura que él mismo ha pedido, después de desligarse de la que Rajoy propuso. Habla de la necesidad de un gobierno de concentración para ir perfilándose como alternativa, animado incluso por un grupo de Facebook. En la votación parlamentaria del ajuste y en los días posteriores, ha insistido en que Zapatero está «finiquitado», pero si es así, lo lógico sería preguntarse qué hay de responsabilidad patriótica en permitirle seguir gobernando con el balón de oxígeno de la abstención. Duran Lleida sólo se sintió descolocado en su papel de político responsable ante los ojos de España cuando la bancada socialista agradeció la actitud de CiU con estruendosos aplausos, que en un rapto de dignidad ofendida quiso rechazar. ¿Acaso no fue la suya una actuación ejemplar? ¿No merecía ser aplaudida?

Cambó, líder de la Lliga Catalana, aspiró toda su vida a presidir el Gobierno de España, pero cuando Alfonso XIII se lo propuso en 1931 no tuvo el coraje de aceptar. Se arrepintió de ello el resto de sus días. El futuro aspirante catalán seguro que ha pensado más de una vez en la oportunidad perdida. La operación Duran, como la operación Roca, ya hace tiempo que está en marcha.