A fecha de hoy nadie duda del calado de la crisis económica en que estamos inmersos y las noticias, malas noticias, que se divulgan cada día —como las cifras del paro, el índice de morosidad, el número de viviendas impagadas y, en consecuencia, embargadas— podrían sembrar el ­desánimo y conducir a la parálisis de los agentes económicos.

No obstante, si miramos con atención a nuestro alrededor podemos apreciar iniciativas y actuaciones que permiten capear el temporal y hacer buenos negocios sin caer en la usura, el robo ni la corrupción, antes al contrario, apoyando a los demás para juntos salir a flote. Me refiero a actuaciones como la recientemente anunciada por Inditex en el sentido de que Zara y las demás empresas del grupo no piensan repercutir en sus clientes el incremento del IVA, asumiéndolo como un coste adicional de sus productos, o a las reiteradas iniciativas de El Corte Inglés, pues ¿no han reparado en que desde que estamos en crisis esta cadena no deja de ofrecernos semanas fantásticas, ocho días de oro, superofertas de 48 horas y otras iniciativas?; y no dejemos pasar la extraordinaria expansión que está teniendo el grupo valenciano Mercadona gracias a la buena calidad de sus marcas blancas y a la contención razonable de sus precios. Estas actuaciones suponen una ayuda a las economías familiares a la vez que crean grandes oportunidades de negocio.

En mi opinión, si puede sacarse una lectura provechosa de esta crisis sería que la cultura del pelotazo siempre conduce al descalabro, y confiemos que también a la cárcel cuando se traspasan los límites éticos y legales, y que, al contrario, una política empresarial inteligente de costes razonables que ofrezca un buen servicio a precios equilibrados es una garantía de éxito y de continuidad en el mundo de los negocios. Las reflexiones anteriores me llevan también a pensar en lo que nos queda por aprender a los universitarios de la sociedad que nos rodea y al papel tan importante que podrían jugar los consejos sociales en la permeabilidad universidad-sociedad, pero para ello habría que primar la relevancia social de los miembros del Consejo Social y crear canales de diálogo pensando más allá de la mera revisión de cuentas.