Hace unos días se ponía a la venta en España la última novedad tecnológica de la compañía Apple. Y curiosamente un diario de tirada nacional publicaba este fin de semana que una de las aplicaciones más demandas para este nuevo invento era precisamente una página con información meteorológica (accuweather). En este mundo globalizado que nos arrastra la inmediatez de la información es fundamental. Ya no esperamos a ver el parte meteorológico en los telediarios, ni a oírlo en la radio o a leerlo en la prensa cada mañana; queremos saber las novedades atmosféricas al instante. Nuestra exigencia se agudiza si vamos a programar o a salir de viaje de manera inminente. Queremos saber qué tiempo va a hacer en el lugar de destino para planificar actividades o, simplemente, saber qué prendas de vestir podremos llevar. Por eso han proliferado las aplicaciones sobre tiempo y clima en los sistemas de telefonía móvil. Querámoslo o no es un proceso sin vuelta atrás. Una realidad buena, muy buena. Y no sólo porque queramos presumir, delante de los amigos o vecinos, de saber antes que ellos lo que va a pasar en el tiempo atmosférico, sino que esta información puede salvar vidas cuando acontecen situaciones de peligro meteorológico. Hoy ya podemos decir que el tiempo —atmosférico— está en nuestras manos.