Alberto Fabra, coordinador general del PP, enfrentado a los problemas judiciales que persiguen a los suyos y, en particular y desde hace seis años, al presidente de la Diputación de Castellón, el barón rampante Carlos Fabra, y saliéndose por la tangente ante las peticiones de la oposición que exige la dimisión del imputado, ha dicho: «No nos ha ido mal». Argumentaba el alcalde de Castellón con los resultados electorales obtenidos en el pasado y con las encuestas de intención de voto que anticipan que si en las pasadas les fue muy bien, en las próximas puede ser la hostia. Esas eran las razones que le permitían exclamar: «Y no nos ha ido mal», y no en el sentido de que nos podría ir peor. O sea: ¡qué grandes estamos esta mañana!

Siguiendo la extraña lógica de su argumentación (esa lógica del cuanto peor mejor que liga inocencias con resultados y elecciones con juicios), sería incluso conveniente que insistieran. Quiere uno decir que si tan bien les va con la que les cae, y sólo con la intención de mejorar sus ya excelentes expectativas electorales, uno les recomendaría que en la próxima campaña electoral lanzaran a sus diputados y concejales a la calle a tironearle el bolso a las ancianas o que practicaran el estraperlo. Supuestamente, por supuesto. Y es que en la argumentación de Fabra no queda claro si no les ha ido mal «a pesar de todo» o «gracias a ello».

Siguiendo con esa extraña lógica de vasos comunicantes (cuanto más me hundo en el Código Penal, más me envuelvo con la senyera) tampoco es de extrañar sus consejos a la oposición: tanta crítica «nos ha puesto a cada uno en su sitio, a nosotros a seguir gobernando y a ellos a estar todavía más en la oposición», ha añadido, dando a entender, por pasiva y supuestamente por supuesto, que a la oposición le iría mejor si no criticaran tanto (o nada) o practicaran más las acciones por las que a ellos les imputan. Gracias. ¡Qué grandes estamos esta mañana!

En una cosa sí estamos de acuerdo: «por fin» Carlos Fabra podrá defenderse y «profundizar en su defensa». Y es que con tantos recursos de la acusación, dilaciones en la información bancaria y negaciones a declarar de la fiscalía, nunca pudo en seis años defenderse. O sólo superficialmente. ¡Qué grandes estamos esta mañana!