Cuando hace unas semanas la policía enviada por Rita y la enviada por el ex camarada más tarde reconvertido a socialdemócrata, pegaba garrotazos a cuatro manos en El Cabanyal a la ciudadanía que intentaba defender sus casas de la maquinaria destructora, obtuvimos una fotografía impagable, que mucha gente esperaba no ver nunca. En ese momento se acabó la verborrea inútil y pudimos ver bien claro que el PSOE y el PP comparten más cosas de las que declaran ante sus electores.

Ahora, con motivo de las medidas aplicadas por los gobiernos europeos ante los ataques de los poderes económicos a las bolsas y al euro, volvemos a obtener una fotografía espléndidamente diáfana. El escenario es realmente aclarador por poco observador que se sea: las diferencias entre las medidas económicas adoptadas son prácticamente nulas, iguales las que vienen de la derecha a las que vienen de la izquierda. Efectivamente, podemos comprobar que no se da diferencia alguna entre los discursos y la adopción de soluciones de los gobiernos socialistas, los socialdemócratas, los democratacristianos, los liberales y los conservadores. Ninguno de ellos ha estimado la posibilidad de mirar las cosas desde el otro ángulo, es decir, nadie ha pensado en que no es mejor recortar sino ingresar más de donde no se hace o se recauda poco.

Pero quizá donde más llame la atención este hecho sea en el Estado español, porque se nos queda una cara de idiotas un tanto más acentuada cuando vemos que después de explicarnos que somos quienes más dinero negro tenemos de toda Europa, nadie se pregunta qué se hace para ponerle fin a este hecho, o que después de explicarnos que el volumen de defraudadores a la hacienda pública, junto con el volumen de euros defraudados, resulta todo un record europeo, mientras nadie piensa en solventarlo, o que después de ayudar con buen animo a la banca ahora no se le pide ningún esfuerzo. Digo que cuando a uno no le llega para cubrir las necesidades que tiene —estamos hablando de necesidades como pueden ser el justo salario o pensión, no de caprichos— se pone a buscar más ingresos, no a reducir gastos, porque eso implica no poder cubrir las necesidades, solo si no puede aumentar los ingresos se privará uno de alguna cosa necesaria.

No sé hasta donde aguantará la ciudadanía a estos partidos que nos vienen gobernando sin alternativas diferentes. Espero que de un momento a otro empiecen a mirar otras opciones con más imaginación para resolver la situación. Me viene a la memoria un hecho que relataba un compañero mío de trabajo, mayor que yo. Nos contaba que yendo al campo de pequeño con su padre, les salió al paso un menda armado de navaja que les exigió la entrega de todo lo que llevaban encima, incluida su ropa. Ya volviendo a casa, mi amigo se fijó en el sombrero que todavía lucía su padre en la cabeza y se lo hizo observar: -Padre, le ha dejado a usted el sombrero. A lo que el padre respondió: -Hijo mío, menudo es tu padre para que le vengan tocando el sombrero.

De manera que es posible que la situación se tome con la correspondiente hidalguía castellana y la ciudadanía opte por aquello de «guapos somos nosotros para que nos vengan tocando el sombrero». En todo caso, ya veremos cuando arrecie más fuerte y nos vuele el sombrero.