La ponientá se plantó en Valencia el último día de mayo. Qué viento o no viento más despiadado que sopla por esta tierra tan fértil que deja fuera de juego a cualquiera y con la cabeza del revés. Si a este fenómeno atmosférico le añadimos el paquete de normas que se van a imponer este verano en las playas de nuestra costa , el ánimo se ve turbado por no decir malhumorado. Se prohibe jugar a palas. Ya me han dado en las narices. Con lo bien que lo pasa el personal y una misma con las amistades o la familia jugando a darle a una pelotita que no hiere. Pues se acabó. También se prohibe miccionar, no sé si dentro del agua o en la arena. Me cuenten por favor cómo puede detectarse lo primero. A no ser que hayan empleado a mucho personal experto en análisis de agua de mar. No se puede llevar perros. Supongo que tampoco cabras, loros, caballos... Cantar o tocar la guitarra no me fijé si se iba a prohibir. La verdad es que suele haber alguien cantando o haciendo acordes , no siempre bien entonados, pero al menos le da un toque de alegría al ambiente playero. Hombre si se canta mal, no lo aguanta ni Dios.

Quizás lo más acertado es no dejar al bañista entrar en el agua con bandera roja. Y a ver qué hacemos con las sombrillas cuando vayamos a darnos un chapuzón, porque si lo interpretan las autoridades pertinentes como que se dejó para guardar el sitio... multa al canto. Quiero creer que el supuesto de la plantada de parasol será más bien por Benidorm, donde muchos turistas conquistan un terrenito de arena a las 7 am y no lo retiran hasta el anochecer. Acudir a una playa muy masificada conlleva ciertos riesgos, sobretodo cuando la gente no tiene más remedio que veranear en autobus porque carecen de coche y de salario mínimo que les permita a lugares más privilegiados donde se pueda uno echar en la toalla a gusto sin desfiles de masajistas, vendedores, patrullas...

Pues eso, que nos preparemos todos muy bien antes de salir a disfrutar de las magníficas playas de nuestra costa de Azahar y Blanca. Últimamente hay que pensarse todo unas cien veces, además de llevarse la billetera por si acaso, además de comprar baratijas o chuches nos cae la multa por no cumplir normas, lo cual , tal como están los tiempos, no es muy apropiado. ¿Nos reímos o ponemos más cara de acelga de la que tenemos?

Qué bello era vivir sin tanta prohibición.