El Gobierno de José María Aznar no incluyó el corredor mediterráneo cuando diseñó las grandes redes transeuropeas en 2003. El actual ministro de Fomento, José Blanco, declaró el martes que no lo entendía. Ni él ni ninguno de los ciudadanos e instituciones de la Comunitat Valenciana con una mínima visión sobre las prioridades económicas de la región. Pero de ningún modo se trataba de un error o de una conducta irreflexiva. Respondía más bien a la doctrina centralista del ex presidente del Gobierno. La España de Aznar era radial. Como se puso igualmente de relieve al diseñar el AVE, todas las líneas debían pasar por Madrid.

Ahora, cuando reverdece el debate sobre el corredor ferroviario que debe absorber el tráfico europeo de mercancías, los equilibrios territoriales y electorales atenazan al Gobierno socialista. Aunque el ministro Blanco admite la idoneidad de la red mediterránea, tampoco descarta otras opciones, como la de horadar los Pirineos para enlazar con Madrid. De hecho acudió a Zaragoza con la intención de no prescindir de ninguna propuesta.

La UE ha dejado claro que sólo aceptará una, aunque las últimas incorporaciones de países del Este pueden retrasar un proyecto que es vital para el futuro de la economía valenciana. La noticia positiva es que Francia, país que debe empalmar las vías, parece apostar por el corredor mediterráneo. Menos mal que algunas decisiones se adoptan más allá de la cordillera pirenaica.