El próximo fin de semana Valencia acoge la tercera edición del gran premio de Fórmula 1 que tiene por escenario el circuito urbano en torno al puerto. Desde ayer, los efectos sobre la ciudad empiezan a ser más evidentes, con el corte total al tráfico en el entorno más cercano al trazado. Se trata, obviamente, de la consecuencia más adversa en la ciudad, que este año puede verse multiplicada por el hecho de producirse en junio —con la ciudad en plena actividad— y no en agosto, como en los años anteriores, cuando el período vacacional reducía sustancialmente esos perjuicios. Pese a todo ello, el gran premio vuelve a ser una oportunidad para potenciar la imagen de Valencia en el mundo, lo que reviste especial interés en el momento actual de caída del turismo, en especial del de lujo, cuyo principal indicador ha sido el anuncio del abandono de Valencia por parte de la cadena hotelera Hilton. Los 18 millones de canon anual y las inversiones anuales en infraestructuras y servicios pueden tener un buen resultado si se consigue aprovechar el tirón que el espectáculo tiene entre millones de espectadores. La llegada de yates de lujo que ya ha empezado también supone un empujón para la ciudad, aunque sea sólo por unos días. Además, todo parece indicar que las expectativas desatadas por el fichaje del español Fernando Alonso por Ferrari también pueden impulsar la llegada de miles de aficionados, con sus consiguientes beneficios para la ciudad. Se trata, pues, de una cita que pese a sus innegables molestias puede dejar réditos para el conjunto de la ciudadanía.