A los efectos que nos interesan, el Diccionario de la RAE ofrece dos acepciones del término «revolución»: una que la define como un «cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación» y otra según la cual estaríamos ante un «cambio rápido y profundo en cualquier cosa». Revoluciones ha habido muchas y han modificado de forma completa elementos fundamentales de la historia y la civilización humanas. La revolución copernicana tuvo lugar en 1543, cuando Nicolás Copérnico publicó Sobre las revoluciones de los orbes celestes, obra en la que proponía una nueva visión del cosmos en la que el Sol y no la Tierra se hallaba en el centro del universo. Esto alteró por completo la idea de hombre mantenida hasta el momento y posibilitó la revolución científica. La Revolución soviética tuvo de 1917 en lo que entonces era Rusia y supuso una de las transformaciones más radicales que jamás vivió un país en toda la historia de la civilización. El sistema zarista de Nicolás II fue sustituido por un régimen inédito hasta entonces en el planeta: la dictadura del proletariado.

Y la semana pasada, en junio de 2010, Paula Vázquez anunció unos cambios tan fundamentales en su programa Fama que justifican que la nueva temporada que comenzará en septiembre pase a llamarse Fama Revolution. De entrada, habrá más profesores, se modificará la dinámica del concurso para que los espectadores puedan quedarse más fácilmente con las caras de los participantes y además se presentará un nuevo grafismo del espacio, incluyendo un nuevo diseño del logo. Luego dirán que la televisión no hace avanzar la historia de la humanidad.