Camps se parece cada día más a un charlatán de feria. Hay que reconocerle que sabe bien juntar palabras, y que últimamente intenta emular a Obama en sus gestos, pero no dice nada, y si intenta esgrimir algún argumento lo hace sobre premisas falsas, mentiras, que ni él mismo se las cree.

En su patético discurso de Teulada ante un público mendigo de que el dictador le dé el placet para ocupar sitio en listas, sus dos armas arrojadizas fueron retiradas, machaconas, pesadas y aburridas menciones a Zapatero, y que él es más valenciano que nadie, un pura sangre de vocación netamente política, sin otros intereses que servir a los valencianos.

Camps debió olvidarse en el acalora-endiosamiento que llevaba encima que en la historia política española hubo guerras carlistas y una cruel guerra civil para calificar a Zapatero como el episodio más trágico de la Historia reciente de España.

Un lapsus imperdonable en una noche de verano, pues no hace mucho en las Corts Valencianes le imputaba (delirium tremens) a Ángel Luna (PSOE) el deseo de ir a su casa de noche, meterlo en una furgoneta y depositarlo en una cuneta del Saler (con un tiro en la nuca), cómo sí se hacía en la guerra civil.

Se autodescalificó al llamar vericuetos y atajos (socialistas) a las investigaciones de varios años de policías y jueces para determinar el presunto saqueo de las arcas públicas en beneficio de uso cuantos del PP y del propio partido, con la inestimable colaboración de la banda Gürtel. Camps no dijo, porque no sabe, cómo iba a sacar del paro a medio millón de personas en la Comunitat Valenciana y reabrir las miles de empresas que han tenido que cerrar sus puertas. La referencia a su valencianía, a su vivir, ser y sentirse valenciano, razón por la cual nadie lo va a arrancar de donde está, es un insulto a la inteligencia y al sentimiento de los valencianos de la sensibilidad valencianista.

Él, con González Pons, fue quien negoció la Academia Valenciana de la Lengua y quien la compuso a las órdenes estrictas de Jordi Pujol. Posibilitó que la mayoría de los académicos de la AVL fueran de la sensibilidad catalanista y la mayoría de los poquísimos de la sensibilidad valencianista llamados fueron octogenarios o nonagenarios.

Camps ha utilizado siempre la Real Senyera para salir al patio electoral disfrazado de valencianismo para captar el voto valencianista. La esgrime con los de su banda en los momentos que le son contrarios.

Camps no se cree lo de la autonomía ni para aplicarla en Canal 9. Los que mandan en el ente son uno gallego y el otro madrileño. No ha encontrado ningún valenciano para tal menester. Y el tercero del hit parade en la tele autonómica, heredado de Zaplana, el que ejercía el derecho de pernada, el ya en su día encartado en el caso Naseiro, fue devuelto a los corrales por sinvergüenza. Todo un logro.